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¿Qué pasará con Julio Urías?

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Por Robert Prat ()

Miami.- Julio Urías sigue ahí, en ese limbo que no es el olvido pero tampoco el presente. Lo vimos crecer, lo vimos ganar, lo vimos ser el héroe que México necesitaba en el Clásico Mundial. Y luego, de pronto, el silencio.

Las acusaciones, los tribunales, la mancha que no se borra con un slider en la esquina. Ahora, mientras los equipos firman a cualquiera que pueda lanzar una bola recta, Urías espera. ¿Lo llamarán?

Dicen que el béisbol perdona, pero solo si ganas. Si eres bueno, muy bueno, las puertas se abren aunque hayas cometido el peor de los errores. Urías tiene 27 años, un brazo zurdo que antes era oro puro y un fastball que aún podría asustar a cualquiera. Pero las Grandes Ligas ya no son el salvaje oeste de antes. Ahora miran, calculan, temen al escándalo. ¿Arriesgará alguien su imagen por él?

Los Dodgers, su casa, han seguido adelante. Los Yankees, los Mets, los Medias Rojas, todos necesitan pitcheo, pero ninguno ha dicho su nombre. Tal vez susurran en los pasillos, en esos lugares donde se cocinan los tratos que nadie anuncia. O tal vez no. Tal vez ya decidieron que Urías es fuego que quema, aunque el fuego también ilumina.

México lo espera. Lo espera como se espera a un hijo que se fue mal, pero que es tuyo al fin. En la Liga Mexicana lo recibirían con abrazos, con gritos, con cervezas frías y música a todo volumen. Pero Urías no quiere eso. Quiere volver a lo grande, a los estadios llenos, a las luces de las Grandes Ligas. Quiere, quizá, redimirse.

El tiempo corre. Cada día que pasa sin firma es un día menos en su carrera, un día más en el que el mundo lo olvida. Urías sigue entrenando, dicen. Sigue lanzando en la sombra, como si la vida fuera un partido que puede ganar en extras. Pero la vida no siempre tiene novena entrada. A veces el partido se acaba antes.

¿Qué pasará con Julio Urías? Nadie lo sabe. Solo sabemos que el béisbol es un juego de segundas oportunidades, pero también de números. Y los números, a veces, no salen.

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