Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Eduardo Díaz Delgado ()

Esto no va de si crees o no en la Revolución. No va de ideologías ni de trincheras. Va de algo más simple y más profundo: mirar a tu alrededor y ser honesto contigo mismo.

Mira tu barrio. Mira a tu familia. Mira tu vida diaria. ¿Es esto lo que mereces?

El desfile del Primero de Mayo se presenta como una gran celebración, pero… ¿qué celebramos, de verdad? ¿La escasez? ¿Los apagones? ¿La tristeza de estar separados de los tuyos? ¿La resignación como forma de vida? ¿La costumbre de aguantar?

No se trata de estar a favor o en contra. Se trata de ser realista. Se trata de mirarte al espejo y hacerte una pregunta sencilla: ¿para qué voy? ¿Para que una cámara se encargue de mostrar que somos muchos, aunque no lo seamos? ¿Para respaldar, con nuestra presencia, el estado actual de las cosas? ¿Para decir, en silencio, que todo está bien cuando no lo está?

Porque eso es lo que pasa cada año: nos invitan, nos presionan, nos empujan… pero cada vez somos menos. Porque cada vez hay más gente que se da cuenta de que así no se puede seguir.

Mira a tus viejos

Mira a los mayores. Escúchalos. Ellos están viviendo hoy lo que nos tocará vivir mañana si no cambiamos nada. Y no es justo. No es justo para ellos, no es justo para ti, no es justo para nadie.

No se trata de Miami, ni de los americanos, ni de la CIA. Todo está tan deteriorado que cualquier interés externo tendría que reconstruir desde cero. Esto se trata de ti. De nosotros. De los cubanos de a pie, con necesidades reales, con dolores reales, con sueños reales.

Y sí, puede que estés cansado. Puede que sientas que nada cambia. Pero toca, ahora sí toca. Te toca. A los «de la caliente». Para los que no hay otra cosa que nuestro valor, nuestra verdad y nuestra capacidad de decir: ya basta.

No tienes que hacer un gran gesto. No tienes que gritar ni discutir. A veces lo más poderoso es el silencio de no ir. De decir “hasta aquí” con los pies. De no prestarte más para respaldar lo que tú mismo sabes que no funciona.

Si alguna vez sentiste algo por esta tierra, si alguna vez pensaste que merecías más, hazlo por ti, por los tuyos, por los que vienen detrás. No como un acto de rebeldía, sino como un acto de honestidad. De dignidad.

Porque si no es ahora, ¿cuándo? Y si no eres tú, ¿quién? Y no es que seas tú solo, es que haces falta tú también.

Deja un comentario