Por Tania Tasé ()
Berlín.-
-Abuela, en las clases nos han hablado de la Pubertad. (Este niño está muy serio hoy).
– Ajá! Y qué te han dicho?
Él mira alrededor porque hay más miembros de la familia, me hace una seña y dice bajito: «después te cuento». Entiendo y digo bajito: está bien, con un guiño de ojos . Mientras, pa dentro: ay, por qué yo?
Un par de semanas después…
-Abuela, llévame al museo que me contaste y a comer hamburguesas.
– ok, andando que pa luego es tarde.
-Abuela Tania, la maestra ha dicho que las niñas desarrollan primero que los varones, ¡y eso no es justo! (Respiro, cuando la oración viene con mi nombre, ya tengo que prestar atención a lo que respondo)
– Pero, Jose, aquí no se trata de justicia ni de democracia, ni hay nada que discutir, son las leyes de la naturaleza. Suceden, te guste o no. (Pienso haber salido airosa con ese tema). A ver, ¿por qué crees que no es justo?
No debí preguntar eso, pero esta maldita lengua mía se gobierna sola!
– Porque los varones somos más fuertes!
– ¿¡Peeeerdón!?
– ¡Claro abuela! Ya yo puedo hacer más fuerza que mi mamá, por ejemplo. ¡Y también soy más grande! (Suspiro tratando de ganar tiempo porque no es hora ni lugar ni público para soltar una charla feminista, perooo…)
– Abuela, estoy esperando.
– Bueno, sí. Pero sólo si hablas de fuerza física bruta. Cargar unos kilogramos más que tu mami u otras mujeres, no te hace más fuerte en total. A ver, dime una profesión o un deporte que ninguna mujer haya podido ejercer o practicar. Además, acabas de ver en el museo cómo una mujer ciega manejaba un torno y construía cosas con sus manos.
– Entonces, ¿son las niñas más fuertes que yo? ¿Y cómo tú sabes, abuela, si alguien es fuerte?
– Espera, déjame pensar. Trato de ganar tiempo y suelto: yo creo que todas las personas somos a veces débiles y a veces fuertes. Porque a veces no podemos resolver problemas sencillos, y sin embargo otras veces hacemos tareas o cosas que son muy complejas, y cuando pensamos que no podemos más, nos llenamos de fuerza y las logramos, con inteligencia y tesón.
– ¡Ya sé: tesón es ser cabezadura!
– Bueno, no siempre. Tesón es no rendirse aunque sea difícil, probar varias soluciones, donde hemos fallado con una.
– Ok, abuela, ya entendí. (Suspiro de alivio por mi parte)
-Abuela, ahora las niñas ya no quieren jugar conmigo. Yo creo que es porque ahora estoy gordito.
– No estás gordito, sólo estás creciendo, tu cuerpo está empezando a cambiar. Le toco la cabeza y termino: mira, ya estás casi de mi tamaño. Y no te preocupes, dentro de un tiempo, las niñas van a querer jugar más contigo, de lo que vas a aguantar tú mismo.
(No quería, pero de todas maneras se me fue una sonrisa maliciosa).
– Le voy a contar a mi amigo todo lo que me has explicado, abuela.
(¡Ay! -Pienso- ¡Ayúdame, Diosito!)
Cuando pienso que se ha agotado el tema, vuelve a la carga:
-Abuela, Tania, pero esa pubertad tiene nombre de enfermedad, ¡y yo no quiero que me salgan pelos!
– Pero, Jose, es normal que a todos nos salgan pelos. Mírame a mí: después de vieja, me están saliendo bigotes.
– ¡Ay, abuela, pero te quedan bonitos!
– ¡Niiñoooo!
Quiero dormir y despertarme cuando todo este brete de la pubertad haya terminado, y sólo tiene 11 años.
Post Views: 81