Por Adalixis Almaguer
Miami.- Esto quiero decirlo públicamente para que quede constancia gráfica de que lo he dicho antes y lo repito hoy.
A todos mis «colegas» periodistas, a todos los que estudiaron conmigo en Quintero, a todos los que encontré en los ocho años de trabajo en los medios oficialistas, a todos los que hoy celebran el aniversario de la UPEC, a todos los que he querido y con los que he compartido profesión o afectos: si antes hicieron silencio ante mis publicaciones, yo los entiendo.
Si no se acogieron al silencio como opción, sino que las repudiaron en gesto solidario con la dictadura, yo me avergüenzo de ustedes. Pero es mi vergüenza personal ante su ceguera voluntaria y por haberles conocido, por la parte que compartí con ustedes en mi viaje por esta vida.
Pero eso fue ayer. El ayer que vivía Cuba antes del 11J. Hoy nada tiene que ver con mis publicaciones sino con las de ustedes. De todos los que aún justifican al castrocomunismo y lo apoyan con esas justificaciones -hoy-, o lo sustentan con el silencio cómplice, o prefieren reír de cosas banales y compartir chistes y boberías para no ver, para no comprometerse. Hoy yo no sólo me avergüenzo, sino que siento asco. Un asco que me tuerce las vísceras.
Ya no quedan cubanos de adentro y de afuera, ya no quedan gusanos y revolucionarios, ya no quedan de izquierda y de derecha. Hace rato que esto dejó de ser sobre política o ideología porque ya solo quedan de un lado los asesinos que dan palo y del otro los cubanos.
Mi deseo es que hoy no cuenten entre los suyos a ningún detenido por disentir, que no tengan a nadie cercano que haya sido maltratado, baleado, apresado, vejado. Que a nadie que aman se lo hayan llevado sin que sepan dónde lo tienen o qué le hacen.
Mi deseo es que en sus familias no haya suicidio por desesperación, que ninguno de sus niños se haya tenido que ir a la escuela sin desayunar o se haya acostado sin comer en pleno apagón. Que nadie de los suyos haya perecido a causa de violencia social o la delincuencia, mientras la policía tiene otras prioridades que no precisamente se enfocan en la seguridad ciudadana.
Mi deseo es que no caigan ustedes, ni sus allegados en un hospital sin recursos, sin higiene, sin esperanza y sin la vergüenza de los galenos que siguen prestando servicios como parte de la farsa.
Que nunca tengan que mirar a los ojos a alguien que sí. ¿Porque dónde van a meter sin explotar tanta vergüenza? En un cuerpo no cabe. Los seres humanos deberían estar formados por compasión más que por agua.
Yo no sé como pueden dormir después de que Diaz-Canel Sing@o lanzara en guerra declarada a sus tropas contra el pueblo indefenso y desarmado, sabiendo que ustedes lo secundan, apoyan y justifican. Constatando como la dictadura mata a la República mentira tras mentira, desidia tras desidia. Porque ustedes no son ajenos. Ustedes tienen acceso a la información que debía marcar la diferencia.
¿Cuándo perdieron los ojos? Cuándo perdieron el corazón?
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