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PERDONAR NUNCA ESTÁ DE MÁS

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Su nombre era Agha Mohammad Khan Qajar, fundador de la dinastía Qajar en Irán. Gobernó con puño de hierro desde 1789 hasta 1797.

Una noche cualquiera, en la tranquilidad de su tienda, dos de sus sirvientes discutieron. Alzaron la voz. Nada más. Pero para un rey como él, eso era intolerable. Ordenó su ejecución inmediata.

Un consejero le rogó clemencia:
“Majestad, es viernes. Día sagrado. No derramemos sangre.”

El rey accedió.
“Bien. Que vivan esta noche. Serán ejecutados al amanecer.”

Aquella noche no fue de arrepentimiento. Fue de venganza. Los dos sirvientes, ayudados por un tercero, entraron a la tienda con una daga y un cuchillo. Y asesinaron al rey mientras dormía.

La historia no siempre premia la misericordia. Pero sí deja enseñanzas:

El poder absoluto es frágil cuando no conoce el perdón. Y hasta un susurro puede cambiar el curso de una dinastía.

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