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Por Eduardo Díaz Delgado ()

Para cerrar el tema de Alejandro Cuervo: si el actor hubiera dicho algo como: ‘Yo no hablo de política porque me busco problemas y pierdo lo mío (como lo hizo) y quiero regresar bien’, como lo dijo, no habría tanta gente molesta.

No todos están obligados a coger un escudo y una espada, nadie lo está. ¿Pero salir boconear? A decir que eres libre aunque sabes qué puedes o no decir? Coño, Ale Cuervo, eso no está a la altura.

Pero no es él enemigo, ni el represor, ni la causa. Es la consecuencia que se esconde detrás de un discurso venenoso que es capaz de proteger a los que están en el medio y sin nada que hacer. Él no va a cambiar nada hablando en contra de lo que él sabe que está mal. Pero jode muchísimo hacerse eco de mentiras y contradicciones.

Nadie es totalmente libre en ningún lugar, pero en Cuba el límite, la cerca, la frontera, está bastante definida y es una mierda si además es asfixiante.

Todo el mundo sabe que es un problema declararse en contra del sistema en Cuba. Además sabemos que muchas veces es estéril. Para eso hay que tener valor y ganas, a veces demasiado, como mismo son demasiadas las cosas que se pueden perder. Pero replicar el discurso del departamento ideológico o el de Gerardo… No asere, feo.

¿Qué es importante aquí?: el discurso. «En Cuba se es más libre, nadie te dice que hay que decir». Decir esto es hablar mierda. Es hacerse eco de los que hablan mierda, es ser eco de la mala entraña, de lo que busca que no pase nada… Debería dar vergüenza. Son la cizaña hecha comentario.

En Cuba no hay libertad plena de expresión. Puede romperse tu vida, te la hacen un nudo.

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