Por Esteban Fernández Roig Jr. ()
Miami.- Jamás he olvidado a “Pancho”, nunca hablé con él ni supe sus apellidos, y ni idea tenía de dónde vivía, sin embargo, representa un personaje importante dentro de mis memorias.
La única forma de verlo era yendo al centro del pueblo. Su labor era cuidar del parque y del semáforo del pueblo. Increíble pero cierto.
Quedaba entre cuatro esquinas: El Banco, la dulcería Quintero, el parque y la Esquina de Tejas.
De muchachón ver a “Pancho” realizando su labor cotidiana hacía mis delicias, me divertía, me reía, y podía estar hasta un par de horas parado ante la vidriera de Faustino Mederos, dentro de la Esquina de Tejas, disfrutando de la escena.
Lhoferes hacían caso omiso del semáforo, nadie paraba en la luz roja, me asustaba imaginar que un día habría un accidente de grandes proporciones, pero, gracias a Dios, nunca fue así. El “héroe” que evitaba eso era el inolvidable “Pancho”.
Sentía emociones encontradas de excitación, susto, preocupación de choque, y como no pasaba nada de eso, entonces hasta aplaudía al policía junto a mi amigo Rafael “El chino” Mederos.
Y sin lugar a dudas, repito, esa “graciosa situación” tenía un tremendo actor principal: el viejo policía llamado “Pancho”, vigilando, cuidando, cayéndole atrás a los conductores “violadores del escaso tráfico”, corriendo y gritándoles que se pararan para ponerles una multa. Créanme que yo me reía más con “Pancho” que con “Tres patines” en “La Tremenda Corte”.
Después de 1959, supongo que por la vorágine imperante, no volví a verlo.
Post Views: 173