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OTRA VEZ LOS PUEBLOS PAGAN LAS PERRETAS DE LOS GOBERNANTES

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Por Mauricio de Miranda ()

Cali.- Gustavo Petro, después de aceptar que despegaran dos aviones militares estadounidenses con ciudadanos colombianos deportados de Estados Unidos, decidió retractarse y no aceptó el aterrizaje de dichos vuelos, alegando que se violaban los derechos humanos de estas personas.

Probablemente sí, sin embargo, no le queda más remedio que aceptar el regreso de los colombianos. Y seguramente si habían sido maltratados, se podrían hacer las denuncias pertinentes, pero no tiene presentación alguna que el presidente colombiano hubiera autorizado los vuelos y estando estos en el aire, se hubiera retractado.

Donald Trump, respondió imponiendo sanciones económicas a Colombia, a todo el país, a los exportadores de café, a los exportadores de flores, a los exportadores de frutas y demás tipos de productos con aranceles del 25 por ciento, que en una semana subirían a 50 por ciento; además de otras medidas dirigidas a los funcionarios del gobierno y el partido gobernante.

Por si esto fuera poco, el secretario de Estado, Marco Rubio, ordenó al Consulado de Estados Unidos en Bogotá suspender el proceso de otorgamiento de visados, dejando a miles de colombianos con citas pendientes. Esto es un exabrupto innecesario y una medida injusta que no guarda proporción alguna con el incidente y que demuestra que, al parecer, la diplomacia dejará de ser el mecanismo para resolver diferencias entre gobiernos porque estas serán automáticamente trasladadas a sus pueblos.

Petro ha respondido con un mensaje en X, en el que habla de lo humano y lo divino y ha anunciado «represalias comerciales» de Colombia. Así es que el gobierno de Colombia impondrá aranceles del 25 por a los productos estadounidenses.

Debemos tener muy claro que los aranceles impuestos por Estados Unidos a los productos colombianos significarán la ruina de muchísimos productores, muchos de ellos pequeños productores, porque lo que Colombia exporta a Estados Unidos, este país lo puede adquirir en otros países incluso de la región.

En cambio, para Colombia, imponer aranceles de esta magnitud significa encarecer los productos importados y por tanto que incrementen los precios de estos productos o de sus derivados en el mercado nacional. ¿Quiénes pagarán por importar cereales (segundo producto de importación de Colombia desde Estados Unidos) más caros? Los productores de bienes alimenticios que los usan como materia prima y los consumidores. Ya salió Petro a decir que habrá que producirlos en Colombia o comprarlos a otros, como si eso fuera «coser y cantar».

Ya sabemos que las redes sociales y las plataformas se han convertido en el lugar de hacer política de muchos gobernantes, pero es una desastrosa forma de hacer política. Para colmo de males, hace menos de una semana Petro nombró a Laura Sarabia, su mano derecha, como ministra de Relaciones Exteriores, cargo para el cual no parece estar muy preparada.

Por cierto, me gustaría decirle a quienes desde Estados Unidos apoyan las políticas del nuevo presidente, diga lo que diga, que tengan muy claro que aranceles altos no hacen bajar la inflación, por lo que he explicado para el caso de Colombia. Los aranceles altos, como instrumento de política, solo pueden estimular la sustitución de importaciones cuando permiten que la producción nacional resulte más barata que la importada, en condiciones similares de calidad.

Si esto no ocurre, no habrá sustitución de importaciones que valga y lo que ocurrirá será un incremento de los precios no solo de los bienes importados, sino de los productos que utilizan materias primas o maquinarias importadas. Y para decirlo claramente, mientras las tasas salariales de Estados Unidos sean varias veces más altas que las que tienen países como China, India, Vietnam o México, los fabricantes seguirán fabricando en estos países. Harían falta aranceles tan altos que resultarían inadmisibles para la sociedad estadounidense en su conjunto.

A quienes les gusta creer que la economía no tiene leyes objetivas, me gustaría decirles claramente, ES EL CAPITALISMO, señoras y señores. Son las leyes del capitalismo. El capital no tiene nacionalidad; el capital marcha adonde puede obtener mayores utilidades. Esa es también una ley objetiva del sistema.

(Luego de escribir estas líneas, Petro se retractó, le dio para atrás a sus determinaciones y el gobierno de Estados Unidos hizo lo mismo. De pronto, todo pareció un malentendido y Bogotá recibrá a sus deportados con ‘las manos abiertas’. ¡Qué ridículo!)

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