Madrid.- En el mes de diciembre, estuve en Cuba como todos los años visitando a mi familia, pero en esta ocasión la estancia tendría también otro matiz diferente pues presentaría uno de mis últimos espectáculos: Cabalgando por el aire.
Había accedido a una invitación realizada por Vilma Peralta y Osvaldo Doimeadiós para presentar este performance en el hermoso espacio de Nave Oficio de la Isla
.Vivo fuera de mi país hace 27 años y desde esa fecha no he dejado de mostrar mi obra en Cuba. Para mí, siempre ha sido muy importante el reencuentro con amigos, familia y público en general. Compartir a través del teatro sin pedir nada a cambio. Lo hago en todo el mundo, ¿cómo no hacerlo en mi país sabiendo que entre el público está mi madre, mi hermano, mis amigos y sobre todo esa juventud con la misma sed de conocimiento que cuando yo era estudiante?
Después de estar anunciada para los días 4 y 5 de enero, después de haber realizado la promoción correspondiente, el director de la Nave recibe una “llamada” del Consejo de las Artes Escénicas de Cuba para cancelar dichas representaciones alegando que no se hizo la consulta y la solicitud al Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
No soy ningún desconocido para dicha Institución. A lo largo de estos años he presentado en la isla los espectáculos: “Gulliver”, “Estudio 44” (Premio de la Crítica 2013) “Peer Gynt”, entre otros. Para los que hacemos teatro suspender una función es siempre la última solución, la última alternativa. Pues en este caso una “llamada” fue suficiente para la cancelación.
No voy a negar que sentí una profunda tristeza, pena y rabia. Aparecieron muchos sentimientos, pero por suerte imperó lo fundamental: volver a focalizar toda mi atención en mi familia. Eso aplacó las aguas en mi interior.
Lo primero que me vino a la cabeza fue la figura del crítico y maestro Rine Leal, quien allá por los años ’90 emprendió una batalla para que se acabara de entender que el teatro hecho por quienes están dentro o fuera de la isla debe llamarse: Teatro Cubano. Pues su legado no ha durado mucho.
¿De qué trata esto? ¿Censura? Es evidente, pero es de las absurdas porque ni siquiera han visto la obra. A partir de ahí, ya pueden venir todas las interpretaciones que se nos ocurran porque nunca dan explicaciones, ni siquiera se toman la delicadeza de hablar directamente con el artista pasando por encima, incluso, a una programación diseñada por el director de la sala.
Todo esto forma parte de una política cultural totalmente errática y discriminatoria con los artistas cubanos residentes en el extranjero. Lo más triste es que quienes toman estas decisiones fueron en su momento compañeros de tu misma escuela de arte y que hoy han devenido en grises funcionarios que se otorgan el derecho de decidir qué puede ver y que no debe ver el público cubano.
Ahora y después de días de procesar lo ocurrido, ha llegado mi decisión. A partir de este instante rompo cualquier vínculo de tipo cultural con el país en el que nací hasta que no se produzcan los verdaderos cambios que todos anhelamos.
Cabalgando por el aire seguirá su recorrido por el mundo con la conciencia de que en mi propio país se limitan mis presentaciones.
Quiero agradecer al dramaturgo y crítico teatral Norge Espinosa por su apoyo, quien ha pedido en nombre de muchas personas una explicación a dicha Institución, que sinceramente no creo que ocurra.
Lo siento mucho por todas las personas que habían confirmado su presencia esos días en el teatro. Esa posibilidad del reencuentro, para al menos entre tanta tristeza y desesperanza haber tenido un pequeño espacio para acariciar el alma, fue cortada en un segundo.
Mi único vínculo a partir de ahora con Cuba es mi madre y mi familia.
Aquí va para todo ese público que no pudo estar mi abrazo más profundo.