Por Joel Fonte
La Habana.- Ser patriota y martiano hoy implica, como nunca antes en nuestra historia, ser resueltamente anticastrista. No hay nada que conmemorar hoy.
Mientras la maquinaria de propaganda del régimen intensifica su furibunda campaña de manipulación para reafirmar la idea de que Castro fue un semidios, un Mesías, y que los cubanos de todas las generaciones que hemos sufrido el totalitarismo de su apellido le debemos hasta el aire que respiramos, un país entero, una nación de millones de almas, sufre un profundo drama que tiene como causa primera y esencial la obra de aquel hombre.
El afán de divinizarlo es tan retorcido, que buscan apagar la imagen de quien es y será por siempre el verdadero héroe de nuestra nación cubana, el símbolo de nuestra independencia y de las aspiraciones más puras de nuestra nacionalidad.
La verdad se abrirá paso más temprano que tarde, porque la hora de los pueblos siempre está presta a surgir.
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