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Por Sergio Barbán Cardero ()
Miami.- Recientemente, mi cuenta de Facebook fue suspendida tras una falsa denuncia por supuesta violación de las políticas sobre ciberseguridad de las Normas Comunitarias. La plataforma me advirtió que, si no apelaba en un plazo de 180 días, la suspensión sería definitiva.
Presenté mi apelación de inmediato porque tengo la conciencia tranquila. Dos días después, recibí la notificación de que, tras revisar mi cuenta, Facebook confirmó que no violé ninguna norma, y me ofreció instrucciones para reactivarla junto con una disculpa formal por el inconveniente.
Detrás de esta denuncia falsa no hay un error técnico, sino una acción deliberada. En los últimos días, he respondido públicamente al llamado del propio Miguel Díaz-Canel, quien instó a sus seguidores a “luchar en las redes sociales”. Yo he aceptado ese reto, y lo he hecho desde la verdad, desde la dignidad, desde la convicción de que los pueblos tienen derecho a expresarse libremente.
Pero al régimen y sus «indignos soldados digitales» no les basta con lanzar ataques verbales llenos de incoherencia. Van más allá; utilizan tácticas sucias, como denunciar falsamente perfiles para silenciar voces que piensan diferente. Siento pena por ellos. Muchos son profesionales, estudiantes, incluso personas que en algún momento quisieron ser libres pensadores, pero que hoy se ven obligados a cumplir órdenes represivas.
A los estudiantes los amenazan con expulsarlos de las universidades. A los profesionales, con quitarles sus empleos. Los convierten en instrumentos de censura y represión, en vez de permitirles pensar y decidir por sí mismos. Me compadezco de ellos porque son víctimas de un sistema que los usa como escudos para defender lo indefendible.
Pero aquí estoy; más fuerte que antes, con la frente en alto. A mí nadie me paga, nadie me obliga. Lo que hago nace de mi conciencia y de mi compromiso con Cuba y con la libertad. Y lo seguiré haciendo hoy, mañana y siempre, hasta que caiga la tiranía o hasta mi último aliento.
¡Patria y libertad!