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Por Oliet Rodríguez
Herrenberg.- ¿De verdad, Socotroco? Ahora resulta que el nuevo villano en la novela interminable del desastre cubano es… El Toque. Qué creativo te has vuelto para buscar culpables. Te explico que una economía sólida, que produce, que innova, que mete tecnología hasta en el desayuno, no la tumba ni la tos de un bloguero. Dime tú si Trump ha logrado desestabilizar la economía china. ¿Se ha desplomado el “yen chino” en una espiral apocalíptica? Por favor, Socotroco. Allá hay fábricas, aquí hay excusas.
Cada vez se te hace más difícil esconder el derrumbe y entonces necesitas un muñeco de feria. ¿Fue El Toque quien armó el “ordenamiento” ese que nos ordenó hasta la paciencia? ¿Fue El Toque quien decidió desdolarizar a las tres de la tarde para dolarizar otra vez a las seis como si la economía fuera un juego de parchís? ¿Fue El Toque quien firmó los decretos que ni tú mismo leíste ni los entiendes? No. El Toque solo hace lo que el poder teme: informar, hablar clarito, analizar hechos, pensar, bajarte la careta.
Pero ya tú sabes cómo funciona la liturgia que heredaste: hace falta un enemigo a mano para culparlo de todo lo que está podrido y claro que la excusa del bloqueo no cuela ya. Así que me sentaré a verte acusar a El Toque del vaciado turístico de los hoteles, de que las termoeléctricas se caigan a pedazos, de que la basura se trague las ciudades y de que el cubano proteste porque ya no le cabe más miseria en los bolsillos, incluso tendrás las pruebas de que El Toque se bebe el combustible y hasta que le echa tremendos brujos al turismo canadiense y alemán.
Ahora, Socotroco, responde una preguntica simple que te hago, como quien tira una piedra al agua: ¿en los últimos 67 años el gobierno comunista ha pedido perdón alguna vez? ¿Ha dicho “nos equivocamos”? ¿Ha reconocido que metió la pata hasta la cintura en el fango? Sabes bien que ni por casualidad, hasta montaste un circo para que una señora que te pidió una cama se hiciera un haraquiri revolucionario en vez de tu obligado perdón, el que sería capaz de dar cualquier ser humano con dos dedos de empatía.
No hay dudas de que el imbécil y el ladrón -o sea, tú por partida doble, siempre creen que todos son de su condición. Por eso necesitan cuentos, fábulas y muñecos para esconder la estupidez que los define.
El que quiera tragarse tu cuento, que lo haga. A mí, sinceramente, no me toques a El Toque, sus artículos, sus análisis, su tasa de cambio. o sea, no me toques lo que te falta, la inteligencia. Porque ya bastante jodido está el país para encima cargar con tus estupideces recicladas.