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NO COLAPSA LO QUE NUNCA FUNCIONÓ

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Por Oscar Durán

La Habana.- Tania Velázquez, presidenta de ETECSA, salió a decir -sin que se le atragantara la lengua- que el sistema de telecomunicaciones de Cuba podría colapsar. Lo hizo sentada al lado del cínico en jefe, Miguel Díaz-Canel, en el podcast “Desde la Presidencia”, ese espacio donde el mandatario juega a ser líder mientras la isla se cae a pedazos.

Velázquez afirmó que “hemos avizorado que puede existir en algún momento un fallo generalizado”. Qué raro. Aquí pensábamos que el fallo ya era cotidiano, estructural, crónico. Que lo anómalo era cuando había señal, y no lo contrario.

La señora Velázquez, en un arranque de sinceridad que solo puede explicarse por la desesperación o por la necesidad de justificar el tarifazo digital, pintó un país al borde del abismo tecnológico. Según ella, sin inversiones en divisas, no podremos hacer llamadas, mandar un mensaje, ni llegar al trabajo. Como si ya eso no estuviera ocurriendo en media Cuba, donde el acceso a internet es una ruleta rusa y la señal telefónica aparece y desaparece como por arte de magia.

Se atreve a hablar de “obsolescencia y deterioro” como si fueran fenómenos nuevos. Como si no lleváramos años lidiando con una infraestructura jurásica, con antenas que parecen salir de la era soviética y una atención al cliente que es un chiste malo. ¿Y de quién es la culpa? Del embargo, claro. Porque aquí nadie asume que el problema es el modelo, la corrupción, el desvío de fondos y la ineficiencia congénita.

La nueva estructura de precios que limita el uso de internet en pesos cubanos y empuja a la población a pagar en dólares no es más que una jugada perversa para exprimir lo poco que queda. Un apartheid digital, le han llamado, y con razón. Porque solo los que reciben remesas podrán seguir conectados. El resto, a lo sumo, podrá mirar desde la acera de enfrente cómo el mundo avanza mientras Cuba retrocede a la época del telégrafo.

Pero lo peor no es la escasez, ni el deterioro técnico. Lo peor es la desfachatez con la que Etecsa se presenta como víctima. Como si no fueran ellos quienes monopolizan el servicio, imponen tarifas abusivas, bloquean sitios independientes y filtran los datos de los usuarios. Como si no tuvieran responsabilidad en este desmadre digital.

Velázquez dice que la telefonía móvil ha crecido en los últimos años por voluntad del gobierno. Falso. Creció por presión popular, por necesidad social, por la exigencia de una población que, a pesar del control y la censura, ha encontrado en la red un espacio mínimo de libertad. El gobierno no promovió el acceso; lo toleró cuando ya no pudo evitarlo.

Que no nos vengan ahora con cuentos de modernización ni con lloriqueos por falta de dólares. Si el sistema colapsa, no será por las sanciones externas, sino por la podredumbre interna. No se colapsa lo que nunca funcionó. Lo que Etecsa ha hecho no es telecomunicaciones: es saqueo digital.

Y cuando todo caiga -porque va a caer-, no digan que no se les advirtió. La historia ya está anotando nombres. El de Tania Velázquez no faltará en esa lista.

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