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Por Redacción Nacional
Camagüey.- Un niño de 13 años fue ingresado de urgencia este lunes en el Hospital Pediátrico de Camagüey tras recibir un disparo presuntamente efectuado por un agente policial, según confirmaron fuentes médicas al periodista independiente José Luis Tan Estrada.
El proyectil habría impactado en la zona de la cadera o el fémur, lo que obligó a una intervención quirúrgica inmediata para intentar salvarle la vida.
El suceso ha provocado una fuerte conmoción entre los vecinos del área, que aseguran haber visto movimientos inusuales de patrullas y efectivos de la Seguridad del Estado desde horas de la tarde. Testigos refieren que tanto el hospital como las calles adyacentes permanecen bajo estricta vigilancia policial, con accesos limitados y presencia de dirigentes del Partido Comunista, en un intento evidente de controlar la información y evitar la propagación de imágenes o testimonios.
Hasta el momento, no existe comunicado oficial sobre el estado de salud del menor ni explicación alguna de las circunstancias en que se produjo el disparo. La ausencia de información alimenta la indignación popular, mientras familiares del niño reclaman a las autoridades una respuesta clara. En un país donde la censura informativa es política de Estado, el silencio oficial vuelve a convertirse en un síntoma de culpa.
Fuentes cercanas al hospital aseguran que el menor se encuentra en estado grave, aunque estable tras la cirugía. Algunos trabajadores del centro, bajo anonimato, denunciaron presiones para no hablar con la prensa ni ofrecer detalles del caso. “Nos dijeron que de eso no se puede comentar nada”, explicó uno de ellos, confirmando el hermetismo habitual en estos episodios donde aparecen implicados miembros de las fuerzas del orden.
La tensión continúa en Camagüey. Vecinos y familiares del niño exigen justicia y transparencia, mientras en redes sociales comienzan a multiplicarse los reclamos por una investigación independiente. En medio de un contexto de represión, apagones y desconfianza institucional, el disparo que hirió a un menor no solo apunta a su cuerpo, sino al corazón mismo de un país donde las balas del poder casi siempre terminan en los más indefensos.