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NINGÚN SER HUMANO PUEDE VIRARLE LA CARA A LAS INJUSTICIAS

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Por Joel Fonte
La Habana.- No se trata de negatividad; se trata de humanismo, y de honestidad. La Navidad no solo rememora al Dios encarnado en hombre que vino al mundo en Belén, en la figura de Jesús de Nazaret, sino que nos empuja -más que invitarnos- a reflexionar y buscar en nosotros cómo ser mejores, cómo alejarnos de la maldad de un mundo en el que es inevitable encontrarla.
El modo más acertado entonces de alejar la maldad, a mí juicio, es enfrentarla. Y cuánta maldad encierra este régimen que está asesinando lentamente a nuestro pueblo desde hace tanto tiempo.
En días como este, cuando la pobreza emerge todavía más visible para mostrarnos toda su miseria, hay millones de cubanos, de hermanos nuestros, que repiten la infame tragedia de irse a la cama sin comer.
Es una vergüenza saber eso, verlo, y permanecer en silencio. Porque el silencio solo construye cómplices, y aumenta la impunidad de esos ladrones que se llaman gobiernos mientras se burlan de nuestros hijos, de nuestros padres, de todas las personas que amamos y que esperan de nosotros que hagamos algo.
Hace solo unas horas, recogimos a unos ancianos en la autopista, cerca de la Habana, y los llevamos hasta su misma vivienda. ¿Saben que tenían en la mesa para Navidad? Arroz y dos tomates que les regaló un vecino.
¿Y qué me pidió la anciana? «Ay, señor, pero no diga nada, porque la cogen con nosotros».

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