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Nada es casual: ni el asesinato la víspera del 9-11

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Por Carlos Carballido ()

Si Charlie Kirk hubiera sido negro, demócrata y propagandista de la ideología woke del partido demócrata y —por esas ironías del destino— hubiese caído asesinado de un certero disparo al cuello, hoy EE.UU. estaría sumido en llamas, destrucción y violencia desatada por grupos afines a la izquierda radical.

Pero Kirk era distinto. Más que blanco, era un conservador casi pulcro, firme en sus convicciones de Dios, Patria, Familia y Libertad.

Su capacidad de debatir y reducir al ridículo a sus adversarios solo pudo ser silenciada con una bala disparada a 200 yardas de distancia.

No caigamos en el error de creer que esto fue simple obra de la izquierda demócrata con sus miles de influencers descerebrados que hoy celebran en redes sociales. Ellos repiten, alimentados por la prensa liberal, que Krist fue víctima de su propio “discurso de odio”. Nada más lejos de la realidad.

Pero lo que pocos notan es que aquí hay elementos que no deben pasarse por alto

• El simbolismo de la fecha: el asesinato ocurre en la víspera del 9/11, el mayor trauma nacional en la memoria reciente. Nada en esa coincidencia es casual. Para el islamismo radical, las fechas son mensajes. Ejecutar un crimen político justo antes de este aniversario es sembrar terror, advertencia y recuerdo.

• El contexto geopolítico: ocurre apenas 24 horas después de que Israel atacara a Qatar por ocultar a cabecillas de Hamás en complicidad con Irán. Ambos países son conocidos financistas del extremismo islámico. Un crimen así, en este momento, no es local: es parte de un tablero de poder donde la advertencia no se limita a un hombre, sino a toda una nación.

• La limpieza de la operación: todo indica una planificación quirúrgica. El disparo preciso, a la carótida y a 200 yardas, sugiere un sniper mercenario, no un improvisado. Apuntar ahí garantiza rapidez en el desangrado, impacto visual y elimina la protección de un chaleco antibalas. Además, la utilización de señuelos que distrajeron a la policía confirma la presencia de logística, inteligencia previa y escape asegurado.

Es, nuevamente, un patrón que se repite

Este crimen no se entiende en una descripción banal del hecho. Estados Unidos tiene un largo historial de asesinatos políticos: desde Kennedy hasta Martin Luther King, pasando por los intentos contra Reagan o más recientemente contra Trump. La diferencia es que en cada caso la seguridad mostró grietas inexplicables.

Hoy, tras dos intentos fallidos de atentar contra Trump, las mismas ineficiencias reaparecen. La conclusión es inevitable: el aparato de seguridad está infiltrado, relajado o deliberadamente inoperante.

Igualmente está presente doble estándar de siempre

La reacción mediática desnuda el sesgo del sistema.
• Si la víctima hubiese sido un activista de izquierda, las portadas hablarían de odio conservador y se convocarían marchas nacionales.
• Pero al tratarse de un conservador, los medios insisten en que él “provocó su destino”. El asesinato es relativizado, incluso justificado.

El mensaje es claro: para la prensa, hay vidas que valen más que otras.

Mensaje Claro

El crimen de Charlie Kirk funciona como un mensaje mafioso al movimiento MAGA: “Esto les puede pasar si persisten”. La fecha, la forma y el silencio institucional lo confirman. Ni Congreso ni Senado tuvieron la dignidad de guardar un minuto de silencio. Y el DOJ permanece pasivo, como si se tratara de un hecho irrelevante.

Mientras tanto, la diferencia de reacción es reveladora. Cuando la izquierda radical se siente ofendida, ciudades enteras arden. Aquí, en cambio, la nación amaneció consternada pero tranquila. Ningún negocio destruido, ninguna turba incendiando calles. Solo llamados a la cordura dentro del movimiento MAGA, que exige a Trump una respuesta ejemplar para enfrentar a una sociedad enferma y desalmada.

Trump sabe que invocar la Martial Law le permitiría sortear trabas constitucionales y actuar con firmeza para dar un castigo ejemplarizante no solo al asesino y sus manejadores sino a quienes se regocijan en el dolor de una familia y de millones de americanos a los cuales Krist les daba voz y denuncias.

Pero no creo que Trump lo haga. Falta la masa escrotal que ha tenido por ejemplo Bukele en El Salvador para hacer lo que fuera para reducir al mínimo este tipo de violencia.

EEUU tiene traidores en todas partes

EE.UU. está lleno de traidores en el Congreso, en el Senado y en los medios. Hay una prensa militante contra el conservadurismo, y millones de estúpidos útiles que, al recibir una orden, asesinarían sin dudar a cualquiera que siga el ejemplo de Charlie Kirk.

Lo ocurrido no es casualidad. Es advertencia. Es señal. Y es recordatorio de que la lucha por salvar a la nación está lejos de haber terminado.

Y ayer fue Charlie Kirk. Mañana podemos ser todos aquellos que defendamos los valores morales que nos definieron como civilización porque el mensaje es claro: matamos cuando queremos y no hay consecuencias.

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