
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Hace casi 2.500 años, un hombre caminaba por la Antigua Grecia como si fuera un semidiós. Su nombre: Milón de Crotona. Su leyenda: incomparable.
Ganador de seis Juegos Olímpicos consecutivos, y de más de treinta competencias panhelénicas, Milón fue el atleta más dominante de su época. Fue también un visionario: aplicó el principio de sobrecarga progresiva, cargando una cría de ternero cada día… hasta que terminó levantando un toro adulto sobre los hombros.
Era tan fuerte que los relatos dicen que podía mantenerse firme sobre un disco aceitado sin que nadie pudiera moverlo. Sostenía una granada sin romperla, y nadie —salvo su esposa— podía arrebatársela.
Comía cinco kilos de carne, cinco de pan y casi diez litros de vino por comida. Y aún así, su fuerza más grande era su espíritu: se decía que salvó la vida del propio Pitágoras cuando un techo estuvo a punto de desplomarse.
Pero su final fue tan trágico como simbólico.
Un día, caminando por el bosque, encontró un tronco partido por cuñas. Intentó romperlo con sus manos, como si la naturaleza fuera un desafío más. Pero las cuñas cedieron, y sus manos quedaron atrapadas. Así, Milón —el hombre más fuerte de la Tierra— fue devorado por lobos.
Porque incluso los más poderosos caen… cuando se confían demasiado de su fuerza