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Por Javier Bobadilla ()
La Habana.- Un fantasma recorre Cuba. Va y habla con gente que supuestamente no tiene que hablar, y hace cosas que no debería estar haciendo. Fue visto jugando dominó por Camagüey.
No vamos a darle más la vuelta a esto. Los últimos días nos han enseñado que la metáfora pasó de moda. Estamos hablando de Mike Hammer, el Encargado de Negocios de la Embajada de los EEUU, que, en contra de la tradición, ha decidido portarse mal.
Hammer se graduó de Relaciones Intenacionales en lo que vendría siendo el ISRI de Washington, y tiene un master de lo mismo en una universidad de Massachussets. También tiene una maestría en el National War College -Escuela Nacional de Guerra-, donde no enseñan a tirar tiros. En esta universidad se estudia estrategia. Según dice en su sitio web: «Se prepara a los graduados para funcionar al más alto nivel de liderazgo en un entorno estratégico complejo, competitivo y rápidamente evolutivo.»
Hammer no iba a esto a comerse la merienda, aunque sea lo que intenta aparentar, sonriendo y poniendo cara de niño de compota. Después ocupó varios puestos en el National Security Council. Después fue vice presidente de la National Defense University.
Obama lo mandó de embajador a Chile, Trump al Congo y Biden lo nombró Enviado Especial al Cuerno Africano. Ha sido intermediario en crisis en Etiopía y Sudán. Sirvió en el Centro de Operaciones del Departamento de Estado, donde fue responsable de asuntos latinoamericanos.
Y según uno se va leyendo el currículum, security, defense, strategy, security, defense, strategy, security, defense, strategy, y lugares fula que nadie más quería ir. Además, creció en América Latina y habla español perfectamente. Verde y con espinas, guanábana.
Me dicen que Hammer está visibilizando a los miembros de la oposición. Sería, si Hammer fuera el personal de embajada común y corriente al que nos tienen acostumbrados, con la simple misión de calentar. No lo es.
Hammer está haciendo un mapa estratégico de la oposición en Cuba, para crear un liderazgo alternativo. Lo mandaron porque tiene entrenamiento, experiencia, y efectividad demostrada. No vino a jugar ni a tomar mojito.
Básicamente es lo mismo que intentó Obama con los emprendedores, pero eso sabemos cómo terminó. Yo siembro un emprendedor, al año que viene me voy y lo dejo ahí, en el medio más agreste posible, y cuando vuelvo a mirar, el emprendedor se secó, o se transformó. Es verdad que dejé instrucciones de hacer fiestas y dar visas en la embajada, pero unos años después todo el mundo iba de fiesta en fiesta y de faster en faster, y la embajada no servía para más nada que no fuera eso, porque de política estaba prohibido hablar.
Lo he dicho muchas veces, y siempre aclaro que en mi caso, es despecho, porque nunca me invitaron a una fiesta de esas, y jamás de los jamases me dieron una visa para ir a ver a la family en el yankee. Y eso me dolió. Ese tercer bate que me dieron, dolió, porque en fin, la fiesta la formo yo cuando quiero, pero para lo de la family no tengo solución…
Y delante de mí dieron visas… Muchas visas. De hecho, es posible que aquel día, a quien único no le dieron, fue a mí… Nunca me tocó faster.
Pero dejemos a un lado la envidia, el resentimiento y las bajas pasiones. Hay que sumar, no dividir, dicen por ahí. Volvamos al dominó.
Me preguntan que si Mike Hammer me visitara, qué haría. Me preguntan que si Mike Hammer me va a visitar. Me preguntan que si quiero que Mike Hammer me visite.
Hay gente que me conoce, gente que me quiere conocer, y gente que se hace la que no me conoce. Hammer no clasifica en ninguna de esas categorías. Vivimos en universos paralelos.
Por mi parte, no estaría en contra de hablar con él. Yo hablo con todo el mundo. De hecho, sería interesante, y se lo he dicho a algunos conocidos. Mike Hammer puede haber estudiado toda la estrategia del mundo, pero Cuba no se enseña en los libros. Cuba es práctica e intuición. Y en eso, le llevamos ventaja.
¿Tenemos cosas que hablar con Hammer? Respóndanse ustedes mismos. Yo sé que sí. Tenemos una buena data. Aquí no puede venir nadie a inflar con el dominó.