
Newsletter Subscribe
Enter your email address below and subscribe to our newsletter
Por Fernando Vázquez ()
La Habana.- Siento un cariño muy especial por la lucha grecorromana. En la universidad la practiqué, con la misma pasión que aprendí Anatomía y fisiología.
Mis resultados deportivos fueron un poco diversos: un tibio tercer lugar en los juegos galenos (ciencias médicas), una destimbalación de columna en una Competencia de Greco Nacional (salí en cuatro patas del colchón -mi rival que era de la escuela de deportes Manuel Fajardo, le había fracturado el húmero en tres partes a un pinareño, que atentamente me enseñó el Rx la noche anterior para mi opinión médica).
El no poderme poner en posición erecta durante varios días lo consideraba una fortuna, teniendo en cuenta como dejó al que me mostró la placa, todo enyesado y con no muy buenos pronósticos.
El otro resultado relevante fue una luxación de hombro en otra competencia, que me hizo desistir de mis aspiraciones olímpicas.
Lo que hubiera dado yo por haber estado hoy en París: animándote y vitoreando con lo que «despidieron» a tu rival. ¡¡Yasmani: eres mi héroe!!.
Te veo corriendo por Agramonte y soñando en tu pueblito con ser el gran deportista que hoy eres. Te batiste con el dolor del desterrado, del emigrado sin papeles, guardia de seguridad para subsistir y sostener la esperanza.
Como gladiador, volviste a la arena. Tus amigos chilenos hicieron la «fundación luchador» para ayudarte, mientras que de aquí no era suficiente el…castigo. Tenías que sufrir como Sísifo y someterte al suplicio de Tántalo por haberte negado a ser un esclavo de Cuevitas.
En tu zona, Henry Reeve dio batalla, mi héroe admirado. En Chile susurraban: «Es Messi», «es Bolt»; para los cimarrones de este palenque tú eres nuestro Espartaco. No has parado de ganar competencias y medallas; pero la de hoy, nos llena de orgullo; esperanza, de felicidad, como cuando le cayeron a palo al «team Asere», que deliramos y gritamos de euforia.
Te llevaste la medalla olímpica más bella del mundo: La de la admiración y cariño de tu pueblo.