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MI EXPERIENCIA EN 3RA Y 70

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Por Manuel Viera
La Habana.- Hoy entré al nuevo y flamante supermercado de 3ra y 70. Ya no hay cola. Tampoco mucho que comprar. En cualquier tienda en CUC 10 años atrás encontrabas muchos más productos. Lo poco que hay está caro y se puede encontrar a igual o menor precio en las Mipymes o en el mercado negro. Solo el precio de los paquetes de salchichas era atractivo porque cuestan unos 350 pesos y en la calle están a 500 o más.
Quien lo comparó con un Walmart realmente fantaseaba. Las personas parecen zombies agarrando cosas y anotando en la calculadora del celular para ajustarse al dinero que llevan. Hay un reguero impresionante, el personal para acomodar y reponer luce insuficiente, muchas cosas que no están en su lugar y que responden a un precio de estante que no es el suyo.
El vuelto, como ya se ha explicado, no tiene monedas, sino chicles, caramelos o galletitas a elección del cliente. Ahora, el mercado no es ni siquiera bonito, se ve todo como amontonado, es mucho más pequeño que el mercado de 3ra y 70 de toda la vida y juraría que vi una que otra gotera caer de su techo.
Otro absurdo es que para comprar embutidos o queso sí se debe hacer una fila enorme en algo que pretende lucir como una carnicería, mientras hay un montón de neveras vacías que pudieran estar habilitadas con cortes de quesos y embutidos con el precio etiquetado y que pudieran pagarse por las otras cajas donde ya no hay nadie.
Es como si nos gustara pasar trabajo o poner a las personas a hacer colas y a sufrir. De hecho, vi gente regalar dinero para que algún dependiente le vendiera el producto por fuera de la cola.
El semáforo de 3ra y 70 permanece apagado desde hace meses, dificultando muchísimo el tráfico en ese lugar, sobre todo si saliendo del mercado pretendes subir en auto por la avenida 70. Otra cosa absurda es el caos a la salidad del estacionamiento por el cruce con los peatones. Se requiere dos motorizados para evitar accidentes mientras la tienda permanece abierta.
Pero sin dudas la mayor impresión me la llevé al entrar al antiguo mercado, al de MLC, aquello es un Sahara, un Atacama, un desierto de Gobi magnificado. Nada, absolutamente nada que comprar, y resulta inevitable no pensar en aquel momento en el que el CUC y el CUP cayeron en desgracia.
Por eso uno se lleva la impresión de que la calidad y la organización no importan, de que todo se ha hecho de forma atropellada y sin pensar mucho, que lo que verdaderamente importa es recoger dólares a como de lugar.

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