Enter your email address below and subscribe to our newsletter

MI ABUELO Y SU PERRO

Comparte esta noticia

Por Edi Libedinsky ()

Buenos Aires.- Cada vez que visitaba a mi abuelo, él prefería estar solo, rechazando cualquier intento de interactuar con los demás.

Decidí cambiar eso presentándole a un pequeño perro que había rescatado de la calle. Lo llamó ‘Serrucho’, y pronto se volvieron inseparables, compartiendo actividades como tomar el sol, comer, pasear y ver televisión.

Recientemente, mi abuelo enfermó, y durante su internación en el hospital, me mandó un mensaje explicándome cómo cuidar a ‘Serrucho’, si él no lograba recuperarse. Incluso incluyó su receta especial para la sopa que preparaba para el perro. En ese momento, solo podía pensar en pedirle que me escribiera una receta para vivir sin él.

Confiaba tanto en ‘Serrucho’ que lo dejó bajo el cuidado de toda la familia. Cuando fue dado de alta, llevamos a ‘Serrucho’ al hospital, y mi abuelo lo abrazó fuerte, diciéndole en voz baja: «Tenemos que darnos prisa y hacer todas las cosas que nos quedan por hacer juntos; no hay mucho tiempo», seguido de una carcajada.

Hizo una lista de actividades que quería compartir con su fiel compañero. La conexión entre ellos es tan profunda que demuestra cuánto se aman.

Para quienes dicen que las mascotas son «solo animales», respondería: «Los animales son un regalo para el alma, enseñándonos tolerancia, respeto y amor: ese amor que une en lugar de dividir. Amarlos nos enseña a amar de verdad».

Deja un comentario