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Por Ma Chete ()
Al final, sí: todo pasó a MLC. Y con lo que se recaudó, jamás se abastecieron las tiendas en moneda nacional. La economía se dolarizó, y hoy lo básico para vivir se vende en una moneda distinta a la que te pagan.
Al final, los apagones no terminaron en diciembre de 2022, ni el 2023 fue “un año mejor”. Tampoco disminuyeron en julio de 2025, y mucho menos en octubre. Nunca aparecieron los mil megawatts de energía fotovoltaica prometidos, y no vimos ni un minuto sin combustible importado.
Al final, nunca llegó el famoso vasito de leche, ni el dólar a 25. Las “medidas necesarias y temporales” de ETECSA se volvieron permanentes, igual que las recargas internacionales como única forma real de comunicación.
Al final, lo del virus no eran “matices de opinión”: terminó infectando a casi todo el país. Y jamás supimos qué era el famoso “Punto B”, ni entendimos las explicaciones de Gil (aunque sabemos hasta cuántas veces bosteza Trump).
Al final, las protestas no resultaron tan “legales” como dijo el Presidente del Tribunal Supremo, ni la ayuda internacional llegó a las manos del pueblo.
Al final seguimos viviendo en la mentira. Seguimos dejando pasar promesas que nunca se cumplen. Hemos normalizado que nos mientan en la cara: ellos mienten, nosotros sabemos que mienten, ellos saben que nosotros sabemos que mienten… y aun así siguen mintiendo, porque no pasa nada.
Y por cierto: cada una de esas promesas se hizo a pesar del “bloqueo”, en pleno “bloqueo”.
El que tenga ojos que vea, y el que tenga oídos que oiga. ES ASÍ.
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