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Por Redacción Internacional
Jerusalén.- El senador republicano Marco Rubio, en su condición de enviado diplomático del presidente Donald Trump, llegó este sábado a Israel en medio de un clima enrarecido por los últimos acontecimientos en Oriente Medio.
La visita se produce tras el ataque israelí en Doha, dirigido contra dirigentes de Hamás, y en paralelo a la decisión del gobierno de Benjamín Netanyahu de avanzar con un plan de expansión de asentamientos en Cisjordania.
Ambos hechos han tensado las relaciones de Washington con algunos de sus aliados árabes y han complicado las negociaciones para la liberación de rehenes en poder del grupo islamista.
Antes de abordar el avión, Rubio ofreció declaraciones a la prensa en las que reiteró que ni Trump ni su administración estaban conformes con los ataques ejecutados en territorio qatarí.
Aun así, subrayó que la relación bilateral con Israel se mantiene firme. El senador adelantó que sus reuniones en Jerusalén se centrarán en tres ejes: la situación de los rehenes, la derrota de Hamás y la eventual reconstrucción de la Franja de Gaza una vez que cesen las hostilidades.
Rubio recordó que todavía permanecen en cautiverio 48 personas y recalcó que su liberación debe concretarse “de manera inmediata y simultánea”. También reconoció que el futuro de Gaza plantea interrogantes abiertos: quién asumirá el proceso de reconstrucción, quién lo financiará y qué actores estarán al frente. Tras su paso por Israel, el legislador tiene previsto integrarse a la agenda internacional de Trump, que lo llevará al Reino Unido en la próxima semana.
El telón de fondo del viaje está marcado por la ofensiva israelí iniciada después del ataque del 7 de octubre de 2023, cuando Hamás mató a 1,200 personas y tomó 251 rehenes. En casi dos años de enfrentamientos, las autoridades de Gaza aseguran que más de 64,000 palestinos han muerto y que el enclave se encuentra sumido en una crisis humanitaria sin precedentes, con denuncias internacionales de genocidio.
El reciente bombardeo israelí en Doha, calificado por funcionarios estadounidenses como una escalada unilateral, alteró de forma brusca el proceso de mediación en el que Qatar y Estados Unidos habían buscado avances hacia un alto el fuego. La reacción de los países árabes no se hizo esperar: condenas en bloque y advertencias sobre el impacto que estos hechos tendrían en la estabilidad regional. La tensión se refleja también en las advertencias emitidas por Emiratos Árabes Unidos, que consideran la expansión de asentamientos como una amenaza directa a los Acuerdos de Abraham firmados en 2020.
En este contexto, Rubio llega a Oriente Medio con la tarea de equilibrar los intereses cruzados de Washington: sostener el respaldo a Israel, mantener abiertos los canales diplomáticos con Qatar y preparar el terreno para las discusiones en Naciones Unidas a finales de mes.
Allí, países europeos como Francia y Reino Unido podrían reconocer a Palestina como Estado, una medida que Estados Unidos rechaza al considerar que fortalecería a Hamás y aceleraría la anexión de Cisjordania impulsada por sectores más duros del gobierno israelí.