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MACHADO VENTURA Y LA LETRA DEL AÑO

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Por Carlos Cabrera Pérez

Majadahonda.- Al que no quiere caldo, se le dan tres tazas, fue la receta del tardocastrismo para despedir el año viejo y recibir el nuevo, donde pretende seguir maltratando a los cubanos.

José Ramón Machado Ventura fue el entrevistado en la Mesa Redonda especial, donde la conductora dio una clase magistral de manipulación y cinismo políticos; editando e interrumpiendo en aquellos aspectos lesivos para la gran mentira castrista.

Muy reveladora la anécdota de su detención en el Buró de Represión de actividades Comunistas (BRAC) por haber acompañado a Bartolomé, uno de los hermanos de Jesús Menéndez, a coger la guagua en Buena Vista.

Uno de los jefes del BRAC era hijo de un campesino de Vueltas, en Villa Clara, y cliente del padre de Machado Ventura, a quien acogió en su oficina con café y charla distendida; mientras regañaba a sus subordinados por haberse inventado un expediente contra el joven.

La entrevistadora intenta cortar en seco y dice, bueno, pero ya usted estaba quemado… ¿en qué? Si lo único que había hecho era repartir algunos ejemplares de la primera edición de La historia me absolverá -editada por Jorge Mañach- y vivía cómodamente con auto propio y trabajando en el Calixto García. Lo que sí no aclaró el entrevistado que él ya militaba en el PSP, cuyo brazo de Inteligencia había penetrado al BRAC y demás estructuras batistianas; aunque dejó entrever que su padre era auténtico.

Segundo mito derribado. Una familia de clase media, el padre Tenedor de libros y la madre ama de casa, siendo maestra de piano, podía mandar a sus dos hijos a la universidad, antes de la revolución. El único hermano del entrevistado, ya fallecido, se graduó de arquitecto en la Universidad de La Habana, y él de médico cirujano. Como mentir deja en evidencia a los guayaberos, Machado se hizo un lío explicando la mudanza a La Habana de sus padres, alegando que él y su hermano habían escogido las carreras «más caras».

Lástima que aquella anécdota de su breve detención sin golpes ni torturas en el BRAC, no haya servido para que el Machado Ventura que luego fue no tuviera clemencia con firmantes del Proyecto Varela o los casos de malversación que llegaban a su despacho para que él decidiera -por encima del criterio jurídico- la sanción ejemplar.

Como la de un pequeño empresario privado que se creyó el cuento de la repatriación y acabó absuelto por el Tribunal Supremo, pero no pudo recuperar sus propiedades porque Machado Ventura ordenó: Absuelto sí, pero no se le devuelve nada.

El entrevistado aclaró que sus fusilamientos civiles contra cuadros y dirigentes no eran de su exclusiva responsabilidad, sino decisiones de otros y acuerdos de instancias. Gracias, Machadito.

La entrevistadora desperdició una oportunidad de oro, al no preguntarle por qué cogió vacaciones -tras muchos años sin descansar- durante los días de la visita de Barack Obama a Cuba; pero la noticia no es prioridad en la comunicación social de la casta verde oliva y enguayaberada, que prefiere el mito a la realidad.

Machado puso de los nervios a la interrogadora que, educada en el embaraje permanente, citó a Che Guevara entre los pocos médicos de la sierra y el anciano soltó_ El Che no era médico, no le gustaba, chica…

En medio de idas y venidas con temas médicos y azucareros, Matanzas, dirigida por Machado, fue la única provincia cubana que cumplió con su cuota de la zafra de los diez millones; se produjo una revelación importante: sigue asistiendo diariamente a su oficina en palacio y recorre dos veces al mes la isla de punta a cabo, aunque no ha podido visitar su pueblo desde hace años.

Recorro y chequeo, aseguró. Es decir, alguien sin cargos formales desempeña una misión con recursos estatales y notable miopía porque peor no puede ir el país; aunque su cometido esencial es vigilar a los cuadros provinciales para cortarles la cabeza cuando sea conveniente y cuidar su alimentación para garantizarse la longevidad genética que trae de cuna.

Desgraciadamente la miopía interesada de Machado Ventura es extrapolable a los brujeros de la Asociación Cultural Yoruba de Cuba que -un año más- han vuelto a engañar a sus seguidores con un signo anual malembe; como corresponde a una escuadra subordinada al departamento de Asuntos Religiosos del partido comunista.

La profecía yoruba establece que «Un solo hombre con la ayuda de Ifá, reta a 30 hombres a combatir y los vence». La vieja muela de David contra Goliat.

«Por causa del tarro se abre la sepultura». Echando leña al fuego de los crímenes pasionales, que son plaga en Cuba.

Y las recomendaciones son ya libreto del DOR:

«Se deben tomar medidas por intensificación de actos delictivos». No aclara si incluye a la casta verde oliva y enguayaberada por delinquir frecuentemente contra el pueblo.

«Analizar bien las inversiones económicas y sus consecuencias». Para eso no necesitamos a un comité yoruba; hace rato que lo vienen reclamando Juan Triana, Pedrito Monreal, Mauricio Miranda, Pavel Vidal y Elías Amor; entre otros insignes economistas cubanos.

«Reducir el consumo de alcohol y sustancias psicotrópicas». Instrucción del departamento Antidrogas del Farint. El químico está acabado.

«En este signo la carne de cerdo es indigesta, respétela». Tributo al comandante en jefe, cuando dijo que la malanga no era buena para los niños.

«Se recomienda poner Mariwó (hojas de palma seca) en la puerta y usar sábanas blancas». Ya tienen tarea los ministros de la Ligera y Comercio Interior, y las mulas que van y vienen cargaditas de pacotilla.

Y la mejor de todas: «El dinero destinado para ceremonias religiosas no usarlo para otros fines». Se sobreentiende que un creyente honrado no se pondrá a gastarse el dinero de los ritos en tarros y otras vaciladeras, pero la revelación confirma la gran debilidad de una comisión que lucra con la fe del prójimo.

¡Pobres cubanos! Con personeros como Machado Ventura y componedores de batea como la entrevistadora y la comisión de embullo revolucionario yoruba, su mala suerte está echada porque a un pueblo que, durante la alfabetización, se le dijo que leyera y no creyera; ahora mismo se aferra a cualquier señal supuestamente divina de la tiranía y sus envilecidos cómplices.

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