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Vaticano.- Un agradecimiento al enfermero que lo cuidó hasta el último minuto, una llamada a Gaza, una reflexión sobre la muerte en el prólogo de un libro, una carta de esperanza sobre Siria.
Son algunos de los últimos legados que el papa Francisco deja en esta tierra. El Papa se fue en silencio, agradeciendo y consolando. Y, sobre todo, con la serenidad de la fe que enseña que la muerte no es el final, sino un nuevo comienzo.
El último Francisco está, ante todo, en un agradecimiento a su enfermero Massimiliano Strappetti, el rostro más cercano a él en estos últimos meses. Siempre a su lado, incluso durante los largos días de internación en el Policlínico Gemelli.
«Gracias por haberme traído de nuevo a la Plaza», fueron las palabras del Papa a su asistente, el domingo, después de recorrerla en papamóvil, según informaron los medios vaticanos.
El día anterior, sábado, ambos habían ido a la Basílica de San Pedro para repasar el recorrido que haría al día siguiente para asomarse a la Logia de las Bendiciones. No sin un leve temor inicial: «¨Crees que podrá hacerlo?», le preguntó el Papa a Strappetti, quien lo tranquilizó.
Ese mismo sábado tuvo también lugar su última llamada telefónica a Gaza. «Estamos preparando la vigilia de Pascua cuando, a las 7 de la tarde de aquí, nos llamamos por teléfono. Como siempre, expresó su cercanía, su palabra de consuelo, su bendición, su oración por la paz. Fue la última vez que lo oímos, junto al padre Yúsuf y la hermana María», relata el párroco, el sacerdote Gabriel Romanelli.
«Para nosotros es un momento muy doloroso», comenta el misionero argentino. «Incluso los ortodoxos y musulmanes vinieron a darnos el pésame. En esta guerra han muerto 49 cristianos, 20 de forma violenta. Ahora somos 50, porque el Papa era, para nosotros, un feligrés».
Entre los legados del Papa está también un mensaje de esperanza sobre la muerte: «No es el final de todo, sino el inicio de algo. Es un nuevo comienzo», porque «la vida eterna, que quienes aman ya experimentan en la tierra en medio de las ocupaciones cotidianas, es comenzar algo que no tendrá fin».
Es la «consoladora certeza» expresada por el papa Francisco en un texto inédito publicado tras su fallecimiento: el prólogo del libro del cardenal Angelo Scola «En la espera de un nuevo comienzo. Reflexiones sobre la vejez», editado por la Librería Editrice Vaticana.
Un escrito que exalta el valor de la vejez y critica la cultura del descarte. «No debemos temer hacernos viejos, porque eso es la vida, y edulcorar la realidad es traicionar la verdad de las cosas», escribe en el prólogo del volumen.
Y añade: «Decir ‘viejo’ no significa ‘desechable’, como a veces nos hace pensar una cultura degradada del descarte. Decir viejo, en cambio, significa decir experiencia,sabiduría, discernimiento, ponderación, escucha, lentitud… Valores que necesitamos con urgencia!
En la carta, el Papa hablaba sobre todo de los jóvenes y de la formación Consideraba la devolución de las escuelas a la comunidad cristiana como «una señal talentosa de que Siria podría estar dando pasos hacia un período de renovación», y expresaba su deseo de que el país, tras años de régimen de Assad, el país tenga un futuro de «paz, reconciliación, justicia y una serena y fraterna solidaridad».