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Por Joel Fonte ()
La Habana.- Los que creen que un liderazgo artificial le garantiza la permanencia al Castrismo, deberían estudiar más la historia de la humanidad.
Adolf Hitler, Mussolini, Joseph Stalin… son solo unos pocos nombres de hombres de la historia contemporánea que movilizaron a millones de seres humanos hacia el holocausto, hacia el hambre, el exterminio, hacia la muerte.
Y muchos de esos millones lo hicieron, marcharon tras su líder, creyendo que este era un semidiós, un mesías, que lo hacían por un ideal justo, que se inmolaban y marchaban a la muerte con la misma aureola de héroes con que un gladiador iba a embestir a las fieras en el Coliseo romano.
Porque los métodos de propaganda modernos ayudan a convertir a una jirafa en un burro, y a un necio arrogante y corrupto en líder político de masas ciegas.
Pero esa misma historia nos recuerda que el sueño de los pueblos cesa, que descubren a los tiranos que los esclavizan, y lo derrocan con furia incontenible.
En América, un ejemplo reciente lo es el Trujillo Dominicano. «Dios en el cielo y Trujillo en la Tierra», y cayó bajo la ira de un pueblo cansado de sus manos manchadas de sangre.
Cuba no es la que el Castrismo le mostrará al mundo el día primero de mayo, con cámaras y periodistas amaestrados, con calles llenas de hombres-zombies que no saben el «porqué» profundo de su actuar, o están tan envilecidos por sus miedos o su oportunismo que tampoco les importa el mañana de su actitud.
En 66 años y generaciones de vidas perdidas en el vacío, somos millones los que sabemos que la verdadera Cuba saldrá a las calles cuando haya libertad sin que nadie se lo pida, a celebrar que Cuba nos pertenece, por fin, a todos los cubanos, y no a un grupo que aún nos tiene la patria secuestrada.
Todo eso terminará.