Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Comparte esta noticia

Por Lartiza Camacho ()

La Habana.- Mi padre me prometió que haríamos juntos un coronel y lo volaríamos en la Ciudad deportiva, pero nunca sucedió y sin embargo es curioso que yo estuviera dispuesta e ilusionada por ese papalote hasta el final de la vida de mi padre.

El otro día, incluso, me sorprendí contándole esa historia a mi pequeño amigo Boro. No le prometí nada esta vez pero, dentro de mí, se dibujó el mismo papalote gigante que soñamos mi padre y yo.

¿Qué pasó en realidad? A veces la justificación fue que no habían güines, otras el papel de china, el hilo, el tiempo y, efectivamente, el tiempo pasó. Yo creo que el Sr Camacho no sabía hacer papalotes y prometió lo que no podía cumplir.

Las generaciones cambian…yo le digo a mi amiguito «deja ver si puedo, tengo que aprender a hacerlo», y él me contesta: «si no puedes no importa, aprendo yo y te enseño, pero voy a tener mi papalote».

El país se ha ido a bolina entre plazos y mentiras, algunas piadosas; las más, abiertamente manipuladoras. Me tocó ser de la generación que creyó en el vuelo de un papalote. En mi caso, siempre fue más importante creer… hoy me cuestiono ¿creer en qué?

La verdad sale a la luz: para decir mentiras y comer pescado, hay que tener mucho cuidado.

¿Mentiras? ¿Pescado?

¿Acaso no ves que quienes mienten son los que comen pescado y los que se tragan las mentiras no ven ni las espinas en el plato?

Hay muchas maneras de volar un papalote. La mejor de todas es no dejarse engañar, no esperar por nadie, estudiar el viento, abrir alas y corazón. ¡Ahora…sin más plazos!

Deja un comentario