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Por Víctor Ovidio Artiles ()
Caibarién.- Hay niños buenos y niños. Mi barrio está igualmente representado. Hay que reconocer que el fútbol y la Internet se han apoderado de sus tiempos libres… y hasta del resto del tiempo.
Los hay despierticos y chopos, como siempre, y también hay algunos que son fierecillas indomables, dragones, tiranosaurios Rex pero de brazos largos, toros de Pamplona, serpientes de cascabel, sobrinos de Bin Laden, nietos de Ted Bundy, fanáticos de Bad Bunny… y otras especialidades.
Los animales (los niños no, los otros) han aprendido a valorar las capacidades «fierísticas» de los niños.
De lejos pueden determinar el nivel de jodedera que portan, los niveles de HP en sangre y la cantidad de «seborucosidad» intracraneal.
Cualquier animal, aunque sea por chismes sabe la clase de rival que es cada chamaco de su radio de acción.
Los caballos, que tan fácilmente logran prever un peligro o amenaza, también han aprendido a valorar un gesto hermoso como el de la foto en que, un infante porta una flor.
Lo que no han aprendido los caballos es que, la flor puede ser un señuelo y termine jineteado impunemente por el vejigo.