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Los misteriosos ciclos de la economía informal en La Habana

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Por Jorge Bacallao Guerra ()

La Habana.- Hay determinados misterios que las ciencias sociales no han logrado explicar. Algunos fenómenos se vuelven tendencia y un buen día desaparecen de pronto, de un momento a otro.

Hace como como años llegamos a ser la nación con el porcentaje más alto de pullovers Supreme falsos por cada mil habitantes. Era un sacrilegio no tener uno. Un buen día comenzaron a desaparecer como si alguien los buscara y los quemara. Hoy en día han desaparecido totalmente al punto de que se hace raro encontrar uno.

Por otro lado, han empezado a proliferar peligrosamente las botas de agua, mientras 3 millones de cubanos presentan problemas con el líquido elemento. Este tipo de calzado es útil sobre todo en labores asociadas a la agricultura, lo que llevaría a pensar en un repunte en el rendimiento agrícola, mayor cantidad de mano de obra necesaria y mayor demanda de botas, pero no. Botas sí, viandas no.

No me explico tampoco cómo en un país sin carros y sin agua, te encuentras una fregadora cada dos kilómetros. Y también me intriga el hecho de que si te sientas a comer en un lugar y estás suficiente tiempo, aparece una señora que siempre es gorda, a venderte flores bombillas y muñecos de peluche. ¿A alguien que me lee, almorzar en la calle les da antojo de muñeco de peluche?

Desaparecieron de pronto los vendedores de ambientador. ¿Por qué? No hubo un producto que lo sustituyera, y la gente puede cambiar su modo de ver la vida, pero no deja de orinar con peste. ¿A quién le puede interesar de pronto secuestrar o amenazar a miles de vendedores ambulantes de ambientador que no se conocen entre ellos a lo largo de todo un país?

¿Y las galletas de Mantequilla?

¿Y la galleta con sabor a mantequilla? Si durante un tiempo se cruzaban galleteros con decenas de nylons alargados, ¿dónde se metieron de pronto? ¿Quién dio la orden de erradicar ese tipo de galleta en específico, que parecía que se iba a convertir en un símbolo patrio? ¿Alguien sabe si hubo una reunión secreta de panaderos para parar la producción y crear un colapso? Si fue así, se jodieron, porque la vida siguió igualita sin galletas con sabor a mantequilla de nylon alargado.

La lógica dice que quienes no solo tendrían que haber desaparecido ya, sino simplemente ni siquiera haber existido, después del episodio de las casas del oro y la plata, son los compradores de pedacitos de oro. El oro en un yacimiento natural de tamaño medio puede demorar 10 años en acabarse, pero el de las casas cubanas sí pereció hace años. ¿Qué fuerza misteriosa hace que un tipo se levante por la mañana y diga: vamos de nuevo por las mismas casas, que tú verás que hoy  hay oro? Y si ya vas a deambular por las calles con lo del oro, ¿por qué no llevas ambientador y galletas que ya nadie está en eso?

Los últimos que han ido languideciendo son los del bocadito de helado. Ya no es como antes. Yo llegué a ver batallas antológicas de pregones, enfrentamientos del vendedor de bocadito analógico, vieja escuela, que pregona a viva voz con una caja de poliespuma empersudida, contra el pregón grabado, la misma voz en todos los municipios y caja de poliespuma empersudida también. Pues cada vez hay menos. Están desapareciendo. Si alguno de ustedes tiene un familiar en el gremio, que haga el favor de cuidarse.

Está otro enigma vigente. Nadie conoce cómo es posible que en un viaje en moto resolviendo gestiones a través de ocho municipios de la capital, te encuentres 12 veces, no solo la misma voz: «el pay de coco y guayaba, el sabroso pay» sino el mismo tipo, con el mismo carricoche. ¿Alguien está clonando vendedores de pay? Vale la pena saltar todas las normas éticas de la clonación humana por el negocio del pay de coco y guayaba?

Granizados y espejuelos…

Por cierto, pido fe de vida de los vendedores de granizado. Entiendo lo difícil que está hacer hielo, pero ¿ni uno? No me extrañaría nada que alguien capaz de clonar vendedores de pay, haya eliminado a los vendedores de galleta y de granizado y haya amenazado a los compradores de pedacitos de oro, de pomos de perfume vacío y de olla reina rota, con sacarlos de circulación si se atreven a vender algo en vez de comprar.

Lo que me lleva a los vendedores de espejuelos. Labia peligrosa. Entrenamiento en programación neurolingüística y manipulación. Te prometen el cielo. Te ofrecen espejuelos graduados progresivos sin medirte la vista. Si los dejas, por 4000 pesos te operan de cataratas en el portal de tu casa.

Tienen un número montado y sin dejarte hablar, sacan unos espejuelos, los tiran al suelo y le sacan los cristales. Le doblan las patas y si te los compras, al tercer día, aquellos espejuelos a prueba de todo, largan una pata viendo la novela. Solos. Para leerte Los Pilares de la Tierra, por ejemplo, te hacen falta doce pares de espejuelos de estos.

Yo puedo entender que la NASA tenga la tecnología de hacer unos espejuelos que se autodestruyan, pero coño, ¿cómo la consiguieron los vendedores de espejuelos de La Habana? Y lo otro, se autodestruyen los vendedores también, porque los puedes vigilar, que yo lo he hecho, y pasa uno que se parece, pero nunca es el mismo. Esto va más allá de los clones de vendedores de pay, son los vendedores de espejuelos desechables. O mejor, vendedores desechables, de espejuelos desechables.

No se confíe de nadie.

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