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Por Eduardo Díaz Delgado ()
La Habana.-Cuando se habla de la crisis en Cuba, la narrativa oficial suele culpar a factores externos. Pero la realidad es que, mientras el turismo atraviesa su peor momento en más de 15 años, el gobierno ha seguido desinflando el dinero público en la construcción de hoteles
Sin embargo, el problema del turismo en Cuba no se debe a la falta de hoteles, sino al mal servicio y a una infraestructura que se cae a pedazos porque los recursos destinados a la calidad de los servicios se han redirigido para levantar más y más hoteles.
En el centro de esta estrategia está un conglomerado militar (GAESA) que, desde sus inicios, ha absorbido los recursos propios y del presupuesto del Estado para invertirlos en infraestructura hotelera. La idea era centralizar las actividades económicas del país, desnutriendo otros sectores, con la idea de «devolver» esos fondos al gobierno cubano como único inversor. Supuestamente, con esta retribución, el pueblo se beneficiaría de los resultados económicos.
Pero la realidad ha sido distinta. No solo se ha dejado de invertir en sectores esenciales como la salud, la educación o los sistemas eléctrico e hidráulico, sino que también se han tomado decisiones que no han beneficiado ni al gobierno ni a la nación. Y esto levanta muchas dudas.
Al ser entidades no auditables, quienes administran el dinero público lo manejan como si fuera propio, sin rendir cuentas. Esta falta de transparencia sugiere actos de corrupción importantes en esas políticas sin planificación clara, donde los proyectos hoteleros se levantan mientras el país sufre una crisis multidimensional.
Por si fuera poco, estas inversiones han demostrado ser una muy mala decisión. Durante la pandemia de la COVID-19 y en los años posteriores, el turismo estuvo prácticamente paralizado, sin una fecha clara de recuperación. Sin embargo, el gobierno continuó construyendo hoteles a pesar de los efectos evidentes de la falta de inversión en los servicios turísticos. Lo más lógico hubiera sido redirigir esos recursos para mejorar la infraestructura y la calidad de los servicios, en lugar de insistir en una estrategia que ha demostrado no tener ni pies ni cabeza.
La crisis en Cuba no es solo económica; es una crisis que atraviesa todos los sectores de la vida cotidiana, producto de una mala gestión de los recursos públicos y de una estrategia que prioriza el concreto de los hoteles por encima de las necesidades reales del pueblo.
Y así, de derrumbe en derrumbe, con cada vez más moles de concreto (hoteles) que, parafraseando a un hermano, pusieron en mi ciudad sin preguntarme si los quería, sin decirme con qué dinero los hicieron, y sin ninguna intención de decirme qué van a hacer con el dinero que piensan ganar con ellos, y sabiendo yo perfectamente que en mi bienestar o en el progreso de mi país no se va a usar.