Enter your email address below and subscribe to our newsletter

Los Marineros quieren anclar en su primera Serie Mundial

Comparte esta noticia

Seattle.- En el juego cinco de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, los Marineros de Seattle rompieron su maleficio y se sacudieron la mediocridad con un triunfo que resucitó las gradas del T-Mobile Park.

Lo que parecía una noche más de frustración se convirtió en epopeya gracias a dos hombres: Cal Raleigh, con un jonrón que igualó las cosas cuando todo parecía perdido, y Eugenio Suárez, que completó la obra con un grand slam inolvidable. De pronto, Seattle pasó de estar contra las cuerdas a soñar con la primera Serie Mundial de su historia.

La hazaña tuvo su momento exacto: un sinker de 93.5 mph lanzado por Brendon Little que Raleigh mandó sin permiso por la línea del jardín izquierdo. Fue su cuarto cuadrangular de la postemporada y un golpe que devolvió la fe a una ciudad que llevaba un cuarto de siglo esperando un milagro. Luego, el turno de Suárez: bases llenas, dos outs, el estadio vibrando como si la tierra temblara bajo los pies del Pacífico. La pelota se fue al jardín derecho y Seattle explotó. Lo que en Cuba dirían un “batazo para la historia”, en Seattle fue un acto de justicia deportiva.

El béisbol, como la vida, se alimenta de estadísticas y de fe. Los números dicen que el equipo que gana el quinto juego de una serie empatada 2-2, triunfa en casi el 70% de las ocasiones. Seattle parece decidido a confirmar la regla. Pero lo que no dicen las cifras es lo que siente una ciudad que ha aprendido a vivir entre derrotas. Desde el 2000 no ganaban un juego de campeonato en casa, y esa herida solo se cura con batazos. Raleigh y Suárez no solo devolvieron la esperanza; escribieron el tipo de capítulo que en diez años se recordará con el mismo fervor que las gestas de Edgar Martínez.

Toronto, mientras tanto, vio cómo se le escapaba entre los dedos una victoria trabajada con el oficio de Kevin Gausman, que había silenciado los bates marineros durante casi seis entradas. El bullpen no aguantó la presión y el relevo de Seranthony Domínguez fue devorado por la furia de Suárez. Ernie Clement y Alejandro Kirk habían adelantado a los Blue Jays con batazos oportunos, pero nada de eso sirvió ante la mística de un equipo que se niega a morir.

El próximo domingo, el Rogers Centre de Toronto será testigo del Juego 6, una batalla decisiva. Si los Marineros ganan, la Serie Mundial abrirá sus puertas a un club que nunca ha estado allí. Si los Blue Jays resisten, habrá séptimo juego y otra noche de corazones al borde del colapso.

De momento, Seattle ya hizo historia: revivió la pasión, desafió las estadísticas y le recordó al béisbol que, a veces, el destino también sabe de justicia poética.

Deja un comentario