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Por Oscar Durán

San José de las Lajas.- En un país donde el poder no se cede, sino que se recicla, Yuniasky Crespo Baquero ha sabido jugar con maestría las cartas de la doble moral. Destituida como primera secretaria del Partido en Mayabeque, su caída no fue tal, sino un salto estratégico al limbo burocrático del Comité Central, donde ahora atiende algo llamado ASI: Asuntos Sin Importancia. Porque eso es lo que hacen con los cuadros quemados, los disfrazan de asesores, les dan aire hasta que el escándalo se enfríe.

Pero en San José de las Lajas no hay memoria frágil ni paciencia eterna. Quien haya caminado por sus calles sabe que Crespo Baquero no dejó una provincia, dejó un campo minado. Su “herencia” política está sembrada de marginalidad, insalubridad y delincuencia. El rostro social de Mayabeque se parece más a un solar en ruinas que a un modelo de gestión revolucionaria. Pero eso sí, mientras el pueblo hacía malabares para conseguir un litro de aceite, la señora del Partido se agenciaba un par de Mipymes con total impunidad.

No lo decimos nosotros. Lo dicen las fuentes que, por miedo, se escudan en el anonimato. Lo dicen las cifras que no aparecen en los balances del Partido. Lo dice el olor a corrupción que no se quita ni con el perfume importado de sus tiendas de “emprendedora”. Porque sí, aunque usted no lo crea, la otrora jefa del Partido en Mayabeque ahora se pasea por los corredores empresariales con el carnet rojo en un bolsillo y el punto de venta en el otro.

La Baquero representa esa nueva casta del castrismo reconfigurado: el burócrata devenido empresario, el comunista con acciones, el militante con marca registrada. El gobierno los necesita, les da luz verde, financiamiento, privilegios. Son su correa de transmisión entre la represión y el mercado. Mientras más hambre haya, más clientes tendrán.

Todo es una mentira

Y uno se pregunta: ¿no era que los comunistas venían a erradicar la propiedad privada? ¿No era que en el socialismo todos éramos iguales? Mentira. Los que defienden a capa y espada este régimen tienen más propiedades que cualquier disidente. Solo que las suyas están legalizadas por decreto, protegidas por la policía, bendecidas por el Comité Central.

Lo de Crespo Baquero no es un caso aislado. Es el molde. Es el retrato hablado de una dictadura que premia la mediocridad, que recicla fracasos, que convierte cada derrota en una oportunidad para enriquecerse. Hoy no manda en Mayabeque, pero sigue cobrando del Estado y facturando como empresaria. Y a eso le llaman revolución.

No es de extrañar entonces que su remoción no haya provocado ni una línea en Granma ni una palabra en la Mesa Redonda. Aquí todo lo que huele a descaro se esconde bajo el manto del silencio. Y si alguien intenta preguntar, lo mandan al calabozo más cercano con un chícharo frío y una advertencia: “aquí no se cuestiona, se obedece”.

Pero ya no queda tanto miedo. La gente empieza a hablar. Empieza a contar lo que vio. Empieza a señalar a los que con el puño izquierdo levantan consignas y con la derecha llenan bolsillos.

Y en ese catálogo de farsantes, Yuniasky Crespo Baquero se ha ganado su lugar con méritos propios.

No hablaremos de sus amores

Si El Vigía de Cuba fuera un periódico de farándula política cubana -por decirlo de algún modo-, hiciéramos talco a la ex primera secretaria del Partido en Mayabeque. 

Pero no es el caso. Las pegaderas de tarro y todo su descaro sentimental, lo dejamos para cuando tengamos un espacio especializado en los amores dentro del castrismo.

Hablaremos mejor de sus «lazos» en San José de las Lajas, después de ser olímpicamente destituida y mandada al Comité Central.

No sabemos con exactitud dónde están ubicadas sus Micro, Pequeñas y Medianas empresas. Cuando vienes a ver, las tenemos a metro de la casa de Marta Perdomo, esa madre que no aguanta una injusticia más, después de sufrir día tras día la cruel condena de sus inocentes hijos.

Eso sí, de una cosa estamos seguros: la Baquero anda llenándose los bolsillos a costilla de un pueblo hambriento y lleno de miseria.

Si hubiera una oficina de estadísticas que se respetara, Mayabeque tendría números rojos por la cantidad de mendigos, insalubridad y delincuencia que dejó el mandato de la Baquero en el ese territorio.

Esa es la verdadera cara de la dictadura. Así funciona esa maquinaria. Mientras el pueblo sufre como si fuéramos unos indios azotados por los españoles, muchas de las Mipymes tienen como dueño un tracatán comunista. Al régimen le conviene, desde luego, porque lo de ellos es controlar hasta la sonrisa sin importarle el nivel de desgracia del cubano.

Algún día llegará la justicia. Y todos vamos a estar atentos para ver dónde se van a meter estos doble moral y oportunistas con carnet del Partido y millones de pesos en el bolsillo.

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