Por Eduado Díaz Delgado ()
La Habana.- Muy desafortunado el comentario de este señor, Alexander Otaola, acerca de la muerte de Paulo FG, y en general de muchas personas que se rasgaron vestiduras y se han dado golpes en el pecho gritando que era comunista. La alternativa al comunismo no puede ser esto.
Entre las cosas malas que tiene el comunismo está la intolerancia de quienes lo practican y la capacidad para estirar una idea hasta y hacia el absurdo.
Cuba no ha cambiado y no acaba de aparecer ese punto que podamos entender como bien común o como epicentro de la liberación cubana porque parecemos hormigas rodeando algo en un círculo perfecto que no nos permite llegar al objeto porque eso implicaría acercarnos a algo que odiamos.
Pasa, principalmente, por odiarlo todo. Hay gente que se ha ganado el rencor a pulso, sí, que ha hecho daño directamente; hay otros que indirectamente y conscientes de ello, también hacen tremendo daño, después podemos seguir bajando en una escala que implique menos responsabilidades en esto en lo que todos somos culpables. Pero en algún punto hay que dejar de odiar, dejar esa roña contenida al menos con los más culpables o con sentido común.
Es demasiado estúpido odiar a quien necesito que esté conmigo para lograr lo que necesitamos todos. Es algo que parece evidente pero queda claro para muchos, o no actúan en consecuencia.
Una Cuba simétrica a la peor que hemos tenido no invita a nadie a quererla. Muchas veces no entendemos por qué la gente no reacciona y no vemos qué es lo que proyectamos.
No es atacar a Otaola, es tener sentido común, tacto y respeto por la gente. Pasar ciertos límites deja de ser una declaración de principios para convertirse en una falta de respeto al público que te diriges.
Necesitamos encontrar el camino. En una sociedad basada en referentes, estos tienen que ser luz, o al menos no ser una gran y pesada sombra.
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