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Por Joel Fonte
La Habana.- Desde que el primero de septiembre de 1939 las tropas de la Alemania de Hitler cruzaron la frontera polaca, se inició lo que la historia conoce como la Segunda Guerra Mundial. Hasta el 2 de septiembre del 1945, cuando terminó con la rendición formal del Japón, pasaron seis años. Durante esos años, según algunos cálculos, perdieron la vida unas 50 millones de personas.
Solo el holocausto cobró la vida de unos seis millones de judíos. Ha sido el conflicto militar más grande y mortal de la historia.
El día de la victoria sobre el nazismo, en especial, se conmemora el 8 de mayo de 1945. Esto fue al día siguiente de la rendición de las fuerzas alemanas frente a los aliados que ocuparon Berlín.
Lo que ha ocurrido 80 años después -hoy- en Rusia, no arroja más que vergüenza e indignación. Las personas de bien, en todo el mundo, sueñan y luchan por un futuro mejor, de convivencia pacífica entre todos los seres humanos.
Hoy asistimos a la manipulación de esa historia con el actuar criminal del régimen ruso, principal república de la antigua Unión Soviética. Este régimen, con una agresión de despojo de territorios, ocupa desde hace unos tres años otra de las repúblicas exsoviéticas -Ucrania-. Tras la disolución de la URSS, Ucrania es un país soberano. Esta situación ha provocado la muerte de cientos de miles de personas allí.
Ese régimen, que amenaza frecuentemente con el empleo de armas nucleares la paz del mundo, ha sustituido con su guerrerismo a las hordas hitlerianas de otrora. De este modo, ultraja la memoria de los millones de caídos combatiendo por la paz.
Y a la diestra de ese déspota ruso, enemigo manifiesto de la humanidad, está el criado y mayordomo de la dictadura castrista. Compite en servilismo con los otros pocos satélites que desprecian la libertad de la humanidad toda. Nos recuerda que tenemos la inexcusable obligación de no ceder y luchar por cambiar los destinos de Cuba, definitivamente.