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Por Joel Fonte
La Habana.- Los que abucheaban a María Corina Machado, en Venezuela, son los mismos que gritaban groserías a los cubanos que en el ’59 se marchaban de Cuba tras ser despojados de bienes que habían logrado con duro trabajo y sacrificio…
Son los mismos que les gritaban insultos a los padres que prefirieron enviar a sus hijos al exilio para que no fueran adoctrinados en la ideología comunista que Castro impuso, sin más procedimiento legal que su voluntad déspota.
Los que gritan en el Parlamento venezolano, son los mismos que en el ’80 lanzaban huevos a las casas de los que tomaron la embajada del Perú para denunciar el drama cubano, y que luego formaron parte de los más de 120 mil hermanos que vieron alejarse su tierra partiendo de ella por el puerto del Mariel.
Los que servilmente adulan ahí a Chávez, los que se burlan de una valiente mujer que lo enfrentó, son los mismos también que en La Habana hacían y siguen haciendo actos de repudio contra los opositores del castrismo.
Esos cobardes no son hombres, no son pueblo, no son ciudadanos. Son los lacayos dispuestos siempre a las alabanzas al fuerte, y que terminan siendo víctimas de aquel cuando los abandona para huir de la justicia.
Esa justicia llegará para los cubanos, para los venezolanos, para todos los pueblos que sufren el yugo de dictaduras.