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Por Ulises Aquino Guerra ()
La Habana.- Después de 65 años de vivir con todas las inimaginables limitaciones, presenciando la destrucción de lo que fueron los sueños de varias generaciones, en las que el Estado Socialista por ley, nos prohibía luchar individualmente por buscarnos la vida, ahora nos toca «guapear la comida» y olvidarnos de la canasta básica.
Eso sería lo más idóneo en todas las circunstancias, claro, si ese mismo Estado nos liberara de tantos lastres, leyes, resoluciones, etc, y obviamente las formas de propiedad volvieran a ser lo que son cuando al individuo se le permite ser responsable de su vida y la de los suyos.
Todo indica que el único plan que tiene nuestro gobierno es sostener el poder a costa de todo, sin pensar en las consecuencias que ya han dejado a nuestro pueblo la crisis tremenda que lo agobia.
Ese fundamentalismo nos está dejando sin país, nos ha dejado sin lo mínimo para poder salir adelante, ya no en un futuro que no se vislumbra, sino en el presente de vida de todo un pueblo.
Resulta difícil entender, cómo puede el combate al capitalismo justificar sus arquetipos, y sus carísimas marcas en posesión de los que debieran mostrar la austeridad y sacrificio a que nos obligan.
Cada día observamos a los dirigentes usando públicamente marcas carísimas en su vestimenta, Tommy Hilgfinger, Ferragamo, Louis Voiton, Audi, Mercedes benz, etc. Los Grupos Empresariales que están en pérdidas permanentes rodando carros nuevos, mientras las medicinas y los insumos médicos escasean o no existen en nuestros hospitales.
Nadie rinde cuentas, ninguna institución.
Las reuniones son únicamente entre los mismos que no han logrado sacar adelante la economía, y que nada nuevo proponen, en cambio, se empeñan en sostener este estado de cosas que en breve no los beneficiará ni a ellos.
Las Empresas más rentables en manos de GAESA, y que según la Contralora de la República, no es auditable, sinónimo de que nuestro pueblo no tiene derecho a saber los resultados de un Holding que se armó con Empresas públicas y no fue construida por sus medios, mucho menos a donde van a parar sus ingresos simplemente porque no es auditable.
El colmo de los malos momentos es la presencia de los buques de la Armada Rusa, pareciera para un país en guerra como Rusia un acto de provocación a Estados Unidos, o cuando menos coloca a nuestro pueblo en medio de un contencioso del que no somos parte y echa por tierra las exigencias al gobierno de Estados Unidos, de excluirnos de la lista de patrocinadores del terrorismo y del levantamiento del bloqueo.
Me pregunto yo: ¿Qué nos queda por vivir? ¿Vale la pena la miserable vida que estamos viviendo que no encuentra oídos que escuche los reclamos? ¿Cuáles son los planes para revertir esta situación y revivir un país que muere cada día entre la emigración de sus jóvenes y la desesperanza de los mayores?
No me imagino cómo será «lo que nos queda por vivir «