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LO BUENO QUE TIENE ESTO ES LO MALO QUE SE ESTÁ PONIENDO

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Por Javier Bobadilla ()
La Habana.- Ha sido una semana larga para la izquierda latinoamericana. Como las semanas de Manzanero, de más de 7 días. La orden de combate está dada. Por Trump, quiero decir.
Gustavo Petro hace un inconmensurable papelazo durante el cual se da unos golpes muy latinoamericanos en su latinoamericano pecho, para después tener que tragarse todo lo que escribió en X Formerly Known As Twitter.
Esto fue de libro de texto. Cuando llega un guapo nuevo a la cárcel, lo primero que hace, entrando por la puerta, es meterle el pie a un punto, pa’ que lo respeten. El punto, en estos casos, se selecciona él solo. Trump puso la trampa. El primero que no quisiera aceptar a sus deportados, iba a dar el ejemplo.
Sheinbaum, discípula de AMLO, la evitó más o menos silenciosamente. Ella sabe que su asunto con Trump va a ser largo y tendido, y no lo quiere empezar tan temprano. Tiene prometidos unos aranceles y una deportación. La deportación la aceptó, sabiendo que no tiene base para discutir, y que, tarde o temprano, esos mexicanos van a volver a cruzar para allá, porque los americanos no quieren trabajar en la agricultura a sueldo de mexicano. AMLO sabía cómo evitar los choques, y te mareaba con la muela sin decir que sí ni que no. De los aranceles, ya veremos. Hay mucho comercio entre México y los EEUU como para tomárselo a la ligera por ninguna de las dos partes. Lo del Golfo de América, no pasa de ser simbólico.
Petro vino detrás y se sacó la rifa del guanajo. Gustavo Petro es un antiguo guerrillero, admirador de Chávez y Fidel, que tenían un estilo mucho más territorial y estaban naturalmente inclinados a creer que les estaba reservado algún tipo de destino divino.
En resumen, Petro pisa la mina. Primero acepta los dos aviones de deportados. Cuando los aviones despegan, se echa para atrás, y trata de dar un ejemplo de esos de «a Latinoamérica se respeta». Pero no, no se respeta. En el mismo momento en que se niega a recibir los deportados, la administración americana le pone unos aranceles del 25 Por ciento con posibilidades de subir a 50 por ciento, y regula a Colombia entera. No hay más visa para nadie, hasta que los aviones aterricen.
Petro, de nuevo acostumbrado a que la Nueva Izquierda Latinoamericana, igual que la Vieja, no tiene que dar explicaciones, escribe en X el largo e insustancial panegírico a sí mismo del que les hablaba antes. Incluso, intenta subirle los aranceles a los EEUU, hablando de que Colombia no va a importar más productos americanos, y los va a empezar a producir.
Trump estaba jugando golf. Ni siquiera lo consideró un asunto importante. Ni siquiera leyó los twits. Toda esta reacción era esperada.
Que conste, que lo del panegírico ni siquiera le quedó mal. Estaba hasta lindo. El problema es que un presidente con dos aviones en el aire llenos de compatriotas no puede comerse los mocos poniéndose poético.
A Petro lo llaman de su mismo país, y le hacen La Pregunta: «¿Qué estás haciendo?»
Petro responde que plantándole cara al Imperio, al Capitalismo Global y al Norte Blanco Patriarcal y Hegemónico, e iniciando una nueva era de independecia y autosostenibilidad. Automáticamente le dicen que se deje de estupideces, y acabe de recibir los aviones, que está a punto de hundir al país y a sí mismo junto con él. Que Colombia nada más produce café, cocaína y actrices con silicona, y que se esté quieto.
Un rato después Petro dice que OK, que acepta los aviones bajo las condiciones que sean. De la oficina de Trump le dicen que OK, pero que los aranceles y la regulación se los quitan cuando los aviones aterricen.
En las redes lo muelen. La burla es masiva. Al otro día anuncia que se va de X. Lo mejor que pudo hacer. Es como La Machi, que no se le puede poner un teléfono en la mano.
Al otro día, le niegan la renovación del estado de Protección Temporal a más de 600  mil venezolanos. Esto los pone en bandeja para la deportación.
Un día, reactivan la Base Naval de Guantánamo como centro de detención de inmigrantes ilegales. Seguro estoy de que fue con segundas intenciones, a ver el Petro de aquí qué hacía. La contundente respuesta de DC y el enérgico -y gramaticalmente incoherente- repudio de Bruno Rodríguez Parrilla no se hicieron esperar, pero nada más.
¿Qué más podían hacer? ¿Qué hubiera hecho yo, si fuera Fidel? ¿Por qué no se hicieron ellos esta pregunta? ¿Seré yo más Fidel que ellos?
Yo quiero marcha. Yo quiero que marchen contra la ilegal ocupación del territorio cubano. Pero marcha todas las semanas, hasta que Trump retire las tropas de suelo cubano, y a Cuba de la espuria lista. Y la semana que toque efeméride, quiero dos marchas, una por la fecha y la otra porque sí, porque desde que tengo uso de conciencia, por cosas como esta se marcha.
Pero ya, marchar y ya, porque a diferencia de México, el único comercio que hay con los EEUU es la importación, y ahora sí, las que importan -e importan- son las MIPYMEs de Ellos. Ya no queda más nadie. No hay patria que valga joderle ese negocio al Cangrejo ni a Mariela. Lo saben DC, Bruno y el PCC.
Al otro día cancelan todas las ayudas económicas internacionales. Mantienen solamente las de carácter humanitario. Todo lo demás queda en pausa por 90 días, en los cuales se va a investigar el uso que se le estaba dando a ese dinero. En esa vuelta se va el dinero que se daba para hacer oposición en Cuba.
Hace años, un amigo, mejor enterado que yo en ese momento, me dijo la siguiente frase:
«El gobierno americano le da $200 mil a X, X le da $2000 a Y, Y le da $200 a Z».
Las variables contenían nombres bien conocidos por todos. Pasó el tiempo, y al único que he llegado a respetar es a Z, que fue el que terminó preso por sus ideas. Llegó el día de ver quién está por dinero, y quién por sus ideas.
Quedan 206 semanas y media como esta. Lo mejor que tiene es lo malo que se está poniendo.

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