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Por Redacción Nacional
La Habana.- El disidente cubano Virgilio Mantilla Arango fue liberado en las últimas horas tras cumplir una condena de cuatro años de prisión. Fundador de una organización de derechos humanos y activista en la ciudad de Camagüey, Mantilla había sido detenido por su participación en las protestas del 11 de julio de 2021. Estas manifestaciones marcaron un antes y un después en la oposición al régimen de los Castro.
El Observatorio Cubano de Derechos Humanos confirmó la excarcelación y denunció que el activista cumplió su condena en condiciones inhumanas. A lo largo de estos cuatro años, la familia de Mantilla presentó múltiples quejas y solicitudes a las autoridades penitenciarias, sin que estas fueran atendidas. Las denuncias apuntan a deficiencias en la alimentación, falta de atención médica y tratos degradantes.
La liberación de Mantilla ocurre en un contexto en el que organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil han cuestionado las prácticas represivas del gobierno cubano. El caso de Camagüey refleja, una vez más, la situación crítica que enfrentan los presos políticos en la isla. Estos cumplen condenas en cárceles con severas limitaciones y bajo condiciones que contravienen los estándares internacionales de derechos humanos.
Leticia Ramos Herrería, miembro de las Damas de Blanco y reconocida activista, se hizo eco de la noticia en redes sociales. A través de una campaña digital, Ramos alertó sobre la precaria situación en la que quedó Mantilla tras su liberación. Según declaró, el opositor no dispone ni siquiera de un teléfono móvil para comunicarse, lo que lo coloca en un estado de vulnerabilidad extrema.
Las palabras de Ramos han sido interpretadas como un llamado urgente a la solidaridad dentro y fuera de la isla. Diversos opositores exigen que se brinde apoyo inmediato a Mantilla, tanto en lo material como en lo personal, luego de haber sufrido el peso de una condena marcada por la represión política. La campaña busca garantizarle condiciones mínimas de subsistencia y seguridad.
Con la salida de Mantilla de prisión, se reaviva el debate sobre la situación de los presos políticos en Cuba y la política de castigo que el régimen mantiene contra la disidencia. Su libertad, aunque limitada por la precariedad, se convierte en un símbolo de resistencia frente a un sistema que continúa silenciando voces críticas. El caso, además, pone en evidencia la urgencia de reformas profundas en materia de derechos humanos en la isla.