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Por Yoandi Videaux ()
Santiago de Cuba.- Las prisiones cubanas son como los corredores de la muerte. Sabes que allí dentro vas a morir si no sales pronto, porque al régimen le importa muy poco la vida de las personas y los carceleros se encargan de hacerlo más difícil todo.
En las últimas horas salió a la luz la muerte, en libertad, de Juan Antonio Singüenza Sánchez, quien falleció el pasado 19 de febrero, poco más de un mes y medio después de salir en libertad, pero en tan mal estado que era imposible ya salvarle la vida.
Una publicación en la página en Facebbok La Tijera, recoge acusaciones de José Daniel Ferrer, el controvertido líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), en referencia al reo en cuestión.
Ferrer denunció los horrores que vivió el preso Juan Antonio Singüenza Sánchez en las mazmorras del Castrismo, y aunque era un reo por causas comunes, en la cárcel de Boniato, recuerda que estaba desnutrido, lleno de sarna de los pies a la cabeza y enloquecido por los abusos en prisión.
Singüenza Sánchez tenía apenas 56 años cuando murió, pero por el físico aparentaba tener 80, y una vez puesto en libertad, el 27 de diciembre pasado, por más que la familia hizo por él, ya estaba condenado a morir.
Luego de conocer casos como estos, a uno le vienen a la memoria las historias que contaba Martí en El Presidio Político en Cuba y aquellas jornadas interminables en las canteras de San Lázaro, y los abusos de los guardias españoles con los encarcelados.
En especial, vale recordar lo que hacían con el niño Lino Figueredo o con el anciano Juan de Dios, a quienes maltrataba a pesar de ser apenas un infante uno y el otro alguien cercano a la muerte.
Lo peor de todo eso es que esas historias eran de obligatoria lectura en las escuelas cubanas. Había que leer a Martí para saber cuán malos eran los españoles con los que se rebelaban en la isla.
Y uno se pregunta por por qué ahora sucede lo mismo, o peor, porque los presos cubanos, políticos o comunes, mueren de enfermedades, de golpizas y algunos hasta de hambre, si los familiares fuera no tienen las formas de llevarle un saco con comida a la prisión y que le dure de una visita a la otra.
Cada cubano que muere en las mazmorras castristas es uno más a la cuenta del castrocanelismo, un argumento más para enjuiciar a los que dirigen al país y a esos gendarmes de barrigas grandes que se encargan de protegerlos a todos los niveles.
Ahora mismo hay reos que corren peligro en las cñarceles cubanas, entre elllos uno de los hermanos Martín Perdomo, cuya madre se ha cansado de pedir clemencia, mientras el régimen hace oídos sorods, a pesar de que saben que ambos son inocentes.