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Maggie (Magnolia Smith) y Elvis compartieron una amistad única y especial. Se conocieron por casualidad en un estacionamiento de Memphis en 1974, donde iniciaron una conversación. Al enterarse de que Maggie era una estudiante universitaria que tenía dificultades para pagar sus gastos y no contaba con transporte para llegar a la escuela, Elvis decidió ayudarla ofreciéndole un trabajo. Sin embargo, su principal petición fue que ella se concentrara en sus estudios y mantuviera buenas calificaciones.
Elvis hizo mucho más que solo darle un empleo. Le compró un auto para que pudiera trasladarse a la universidad y cubrió su matrícula, asegurándose de que tuviera los recursos necesarios para estudiar. También organizó pagos regulares para ella, permitiéndole tener un espacio tranquilo y cómodo en Graceland, donde pudiera concentrarse en su educación sin preocupaciones externas.
De 1974 a 1977, Maggie tuvo el título oficial de «Asistente Ejecutiva», aunque su labor iba mucho más allá de lo que algunos han descrito erróneamente como un simple trabajo de servicio. Su rol era amplio y significativo, ayudando con diversas tareas, incluyendo el cuidado de Lisa Marie Presley y asistiendo en las necesidades de la vida diaria en Graceland. Elvis requería un equipo grande para gestionar su vida, y Maggie fue una pieza clave en esos últimos años.
Más allá de su trabajo, Maggie encontró en Elvis un apoyo emocional importante. Había perdido a su padre pocos años antes de conocerlo, y tanto ella como su madre atravesaban tiempos difíciles. Elvis se convirtió en una figura paternal para ella, demostrando una humanidad y generosidad profundas. Llamaba con frecuencia a Graceland para preguntar por sus calificaciones y solicitaba informes detallados sobre sus estudios. Maggie se especializaba en biología, y Elvis estaba decidido a ayudarla a graduarse.
Además de los momentos de apoyo y cariño, Maggie recuerda la faceta más alegre de su amistad con Elvis: su sentido del humor, las risas que compartían y los momentos en que él le leía libros. Uno de los títulos que Elvis solía leerle era *El Profeta* de Kahlil Gibran, un libro al que volvía repetidamente.
Su historia es un testimonio de la generosidad de Elvis Presley y de cómo su impacto trascendía más allá de la música y el espectáculo. Si quieres, podemos hablar más sobre otras historias poco conocidas de la vida de Elvis. (Tomado de las redes)