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Las carreteras no tienen seguridad

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Por Irán Capote

Pinar del Río.- Cuando llegamos anoche a la ciudad todo estaba a oscuras. Alguna que otra vivienda iluminada por luces recargables o linternas, pero el resto era pura penumbra. No había alumbrado público y los semáforos de las arterias principales también estaban apagados.

Como íbamos en moto, había que andar a cuatro ojos.

Por toda la carretera desde San Juan hasta Pinar hay que andar con cuidado extremo porque está lleno de baches. Dentro de la ciudad no es muy distinto, que digamos. Solo en la calle real había alumbrado público. El resto, a oscuras y con tráfico.

Esta mañana se amanece con esta noticia dolorosa: Un camión impactó contra gente que estaba en la acera y dejó muertos y heridos, entre ellos niños y embarazada.

Lo replican hasta los medios oficiales de prensa, de quienes no he visto y leído sobre el estado de inseguridad y peligro extremo que tenemos en las carreteras y en la ciudad donde ni siquiera hay alumbrado público ni semáforos, y en la que los ciudadanos, hastiados por el calor y la oscuridad de sus casas, salen a las aceras a esperar a que llegue la luz.

No conozco las causas del accidente. No sé si en aquel lugar había luz en ese momento, aunque por las fotos y por la realidad de los últimos meses, lo más probable es que no hubiera en ese momento (ni en las otras veintipico horas del día).

Tampoco sé si el chofer se quedó dormido o hubo un desperfecto técnico. Ya se sabrá en la medida que la investigación avance. Pero si algo está claro, es que no hay seguridad en las vías. En las últimas semanas han ocurrido varios accidentes de tránsito en Pinar y en casi todos hay muertos.

Y aunque es verdad que “las cosas pasan porque tienen que pasar”, que “nada está escrito en la vida” y que “un accidente lo tiene cualquiera, hasta el más experto manejando”… No es menos cierto que no hay seguridad en nuestras calles y que ni siquiera se prioriza la iluminación vial y se reparan los huecos.

Ahora comienza la temporada de playa. Y hay que andar con los pelos de punta. Quiero pensar que las autoridades piensan en ello. Y esa preocupación les quita el sueño, porque estamos hablando de vidas, no de consignas.

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