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Por Jorge Menéndez ()

Cabrils.- Por más que el ‘Hombre Orquesta’ quiera y aparezca en todas partes a la misma vez, preocupándose por cuántas horas de apagones tuvieron, o cuántas estuvieron de cola de un cajero para cobrar su pensión, o quizás para comprar algo en la bodega, hay una realidad muy clara: todo va mal y los resultados son cada vez peores.

Ciertamente, Díaz-Canel quiere pasar a la historia y dejar el legado de haber estado con los pies en la calle, en los barrios y, para eso, cada día recorre algún territorio.

Es una manera muy ‘socialista y terrenal’ de resolver lo que él mismo, con las leyes que promulga, y con los controles que el gobierno corrupto, crea.

Aún así tiene tiempo de participar en congresos, recibir visitantes y delegaciones extranjeras.
Y me pregunto si ¿resuelve algo este proceder? Creo que la respuesta está en la calle, pero no está en la calle la solución de los mismos.

Las soluciones pasan por cambiar leyes, quitar controles arbitrarios, cambiar el sistema económico, pero, por sobre todas las cosas, por no obstruir el libre emprendimiento, que es el motor productivo y creador de la productividad.

Un fracaso económico tras otro

Son muchas las apuestas equivocadas en el modelo económico del gobierno: dolarizar la economía, apostar por importarlo todo, el encorsetamiento de la actividad de las pequeñas y medianas empresas con controles absurdos, el control de precios y la injerencia en la actividad económica.

Nada de esto se resuelve apareciéndote cada día en un rincón de la isla.

Las soluciones, precisamente, pasan por legislar en el aire acondicionado del Palacio de la Revolución, pero leyes que se olviden del socialismo voluntarista y solidario y que faciliten la vida de los ciudadanos y creen condiciones para una gestión rentable del trabajo empresarial, sin contar los beneficios ajenos.
Curiosamente, mientras el gobierno aplica recetas neoliberales, a la sociedad le dice que nadie quedará desamparado.

¿Por qué hay gente que queda desamparada si el socialismo según es igualitario?

Su neoliberalismo está encaminado solamente al bienestar de ellos, a costa de la miseria de la gran mayoría y curiosamente sus recetas, están cavando su propia tumba.

El ejemplo más claro es el turismo, que a pesar de las cuantiosas inversiones, decae a niveles del 10 por ciento anual y las reservas hoteleras no cubren más del 15 por ciento de las capacidades hoteleras.

Se gastan millones en nuevos hoteles, en canchas de tenis, en campos de golf, en traer coches de alquiler, buses para el turismo… mientras el pueblo vive a oscuras, con hambre, sin medicinas ni transporte.

El gobierno cubano ha olvidado que el turismo no puede desarrollarse desconectando a los turistas de las realidades del país. Todos vienen, entre otras cosas, a interesarse por cómo se vive en Cuba.

La realidad es infernal: calles rotas y pestilentes ante la ausencia de higiene, balcones que se caen, todo oscuro por falta de energía eléctrica, sin transporte, y mendigos por doquier, etc.

Debacle turística

Este es el panorama que un turista encuentra en Cuba, y el gobierno lo sabe muy bien. El problema es que en turismo la mejor propaganda está en en el contacto directo y ya me imagino las experiencias que contarán al regresar.

El resultado de todo esto es la anulación de vuelos, la salida de operadores turísticos y, por consiguiente, hoteles vacíos.

Ante la falta de divisas, es necesario suplir las carencias del turismo, entonces el gobierno creó tiendas en dólares, para jugar con el hambre del pueblo y recaudar, ante las necesidades de alimentación, lo que ya el turismo no proporciona.

Podríamos hablar de la desaparecida zafra y de muchos sectores completamente paralizados, y entonces tendríamos una referencia de cuatro siglos.

Este menú social, con la puesta en escena de Díaz-Canel en cada sitios, cada día y a la misma vez, viene acompañado del caldo de la hipnosis, con ‘culebrones’ que forman parte del entretenimiento contra la hecatombe de la realidad.

Tomemos el ejemplo de la generación de electricidad, que causa los tan molestos apagones.
La primera serie fueron las averías. Cuando vieron que era imposible controlarlas, apareció otra causa: la falta de combustible.

Por cierto, la escasez de combustible, entre otras cosas, guarda relación también con la caída de la extracción de petróleo nacional, por más que se afanen en esconderlo.

Más tarde, comenzaron a llegar las patanas turcas para que el pueblo vea el esfuerzo del gobierno por palear los apagones, sin embargo, dicho sea de paso, no resolvieron absolutamente nada.

La entrega siguiente fueron los parques fotovoltaicos que, según ellos, palearían el déficit de 2000 MW, algo así como dos tercios de la generación que demanda el país.

La energía solar y los chinos

Se dieron a la tarea de aprovechar la mano ‘desinteresada’ china que nos ‘regala’ los materiales y la asesoría.

En la actualidad se montan 92 parques de este tipo, con la consiguiente contaminación ambiental y de entorno, algo en lo que nadie repara y que, teóricamente, resolvería la falta de generación.

Desde acá siempre dije que eso no resolvería la situación creada en Cuba con la generación, simplemente la atenuaría los días de sol, no más.

Aquí entran a jugar muchos factores, entre ellos temas de generación por mayor, o menor, disponibilidad de sol o nubes.

Y dije que estos sistemas no venían acompañados de los sistemas de baterías que permiten almacenar la corriente para por la noche, lo cual se debe a sus altísimos costes.

Una vez comprados estos sistemas, habría que ir desarrollando los sistemas ecológicos para procesar las baterías después de su vida útil, pues son altamente contaminantes.

Hay que volver a las termoeléctricas

En fin, es un desarrollo integral que en Cuba nadie tiene en cuenta y del que no se habla.

La siguiente entrega es la actual: cuando el gobierno ya reconoce, abiertamente, que los 2000 MW instalados, no resolverán el problema y que por eso había que remodelar las termoeléctricas, de todas formas.

Todo esto forma parte de una historia que comenzó en 1959 y que se convirtió en una combinación de fracaso total con hipnosis social de cerebros.

El pueblo cubano está hipnotizado por una miseria que le supera su propia dignidad, y el que no desea someterse, abandona su patria con las consabidas consecuencias.

En este escenario desaparece la población, la identidad, la cultura, la economía, sin un atisbo de cambio ni una luz que ilumine el futuro.

El pueblo de Cuba ve la solución en irse, o en que desde fuera vengan a salvarlo, Esa es nuestra realidad.

Del infierno se van los cubanos y al infierno no van los turistas. Mientras, el impuesto presidente sigue recorriendo la geografía del país sin aportar mucho ni resolver nada.

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