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Por Joel Fonte ()
La Habana.- No hay un método mejor -a mi juicio- para entender el proceso de descomposición del régimen castrista y su inevitable -y cada vez más próxima- caída. Este método es el examen profundo del que fue el paradigma ideológico y sostén material de Castro para gestar y sostener su dictadura.
Tras 70 años en el Poder, quedó clara ante el mundo la debilidad y la fragilidad del sistema soviético. Esto sucedió cuando el partido comunista perdió el monopolio de la economía y de la información.
Pero, más que la Perestroika, fue la Glasnov la apertura a la libre expresión y a la democratización política. La legalización del funcionamiento de nuevos partidos marcó el proceso irreversible. Esto derivó en la mañana del 25 de diciembre del 1991, cuando un Mijail Gorvachov abatido declaró oficialmente disuelta la URSS.
Porque de eso se trata el comunismo: es un régimen edificado artificialmente con cimientos de papel. Estos cimientos se construyen con el silencio de las masas, de millones de hombres. Es el carro del Estado esclavo de ese partido que arrastra a su voluntad a esos millones de seres. Así, dominados por el miedo, obedecen acríticamente.
Pero cuando se quiebra ese dogma, el régimen vuela en pedazos…