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Por Edi Libedinsky ()
La historia de Esporo es una de las más extrañas y trágicas de la antigua Roma, estrechamente ligada al infame emperador Nerón. Es un relato que desafía las normas sociales de la época y subraya la depravación y excentricidad del poder absoluto.
Esporo era un joven esclavo de origen desconocido, aunque algunas fuentes sugieren que pudo haber sido un eunuco o un adolescente muy joven cuando Nerón lo conoció. Su belleza era notable. Según los relatos históricos, tenía un parecido asombroso con la difunta esposa de Nerón, Popea Sabina. Ella había muerto en el año 65 d.C., presuntamente por una patada del propio emperador durante un arrebato de ira mientras estaba embarazada.
Nerón, atormentado por la culpa y el arrepentimiento por la muerte de Popea, o quizás simplemente por su inmensa y desquiciada personalidad, encontró en Esporo un sustituto para su amada. Lo que sucedió a continuación es uno de los episodios más escandalosos del Imperio Romano:
Nerón ordenó que Esporo fuera castrado. Esto era un acto brutal y altamente simbólico que lo transformaba en una figura «femenina» a los ojos del emperador.
Vestido de Emperatriz: Después de la castración, Nerón vistió a Esporo con las ropas y las joyas de Popea. Lo trató públicamente como si fuera su esposa fallecida, obligándolo a adoptar el aspecto y el comportamiento de una mujer.
Nerón llevó esta farsa aún más lejos al organizar una ceremonia de matrimonio pública con Esporo. No solo lo «casó» con él, sino que lo trató como su emperatriz. Lo paseó en una litera como lo hacía Popea y se refería a él como «mi mujer» o «mi emperatriz».
Historiadores como Suetonio y Dión Casio relatan estos eventos, describiendo el escándalo y la repulsión que generaron entre la élite romana.
Incluso, Dión Casio cuenta que algunos romanos hacían bromas que decían: «Sería una bendición si el padre de Nerón hubiera tenido una esposa así», refiriéndose a la madre de Nerón, Agripina.
La «relación» de Esporo con Nerón duró hasta la caída y el suicidio del emperador en el año 68 d.C. Tras la muerte de Nerón, Esporo no recuperó su libertad de inmediato. Su belleza y su historia lo convirtieron en un objeto de interés para otros hombres poderosos:
El prefecto del pretorio, Nimfidio Sabino, quien jugó un papel crucial en la caída de Nerón, se encaprichó de Esporo. Llegó a considerarlo su propia esposa, una repetición macabra de la situación con Nerón. Sin embargo, Nimfidio fue asesinado poco después.
Cuando el emperador Otón asumió el poder, también se sintió atraído por Esporo. Se dice que lo llevaba consigo a banquetes y reuniones, tratándolo como su consorte, aunque sin la formalidad ni la depravación del «matrimonio» de Nerón.
La llegada del emperador Vitelio al poder marcó el final trágico para Esporo. Vitelio era un emperador que, aunque breve en el poder, era conocido por su crueldad. Intentaba borrar cualquier vestigio de los excesos de sus predecesores.
En un acto de humillación pública, Vitelio tenía la intención de exhibir a Esporo en un espectáculo gladiatorio. Pretendía vestirlo con los ornamentos de una mujer, para ser violado y asesinado ante la multitud.
Ante la perspectiva de tal degradación y horror, Esporo decidió que no podía soportar más humillaciones. En el año 69 d.C., el joven se suicidó para evitar ser expuesto y ultrajado en el circo.
La vida de Esporo es un testimonio desgarrador de cómo la belleza y la vulnerabilidad podían ser explotadas en el mundo romano. Esto sucedía por aquellos en el poder absoluto. Su historia es un capítulo oscuro en la historia de Nerón. Subraya no solo la depravación de un emperador, sino también la trágica realidad de aquellos que quedaban atrapados en su órbita.