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Por Sergio Barbán Cardero ()
Miami.- Si no existieran los Estados Unidos, la dictadura cubana le echaría la culpa de todos sus males al meteorito que extinguió a los dinosaurios. El llamado “bloqueo” no es más que una excusa del régimen para justificar su falta de apertura. Los verdaderos responsables de la crisis en Cuba no son los Estados Unidos, sino quienes sostienen un sistema autoritario y cerrado que impide el progreso y la libertad del pueblo cubano.
La historia ha demostrado que todos los gestos de buena voluntad, como el acercamiento promovido por la administración de Obama, fueron obstaculizados por los propios dirigentes cubanos, quienes impusieron condiciones y trabas que frustraron cualquier avance hacia la normalización y a una eliminación de las sanciones. Al final de su mandato el presidente Barack Obama estuvo a punto de eliminar el embargo comercial y financiero impuesto al régimen cubano.
Por ejemplo, Estados Unidos facilitó vuelos y cruceros, permitiendo que turistas y exiliados viajaran a Cuba, lo que generó oportunidades de intercambio y desarrollo. Sin embargo, el régimen negó a los exiliados el derecho a desembarcar en su propio país. ¿Cómo es posible que, existiendo apertura para viajar, se impida a los cubanos residentes en el exterior regresar a su tierra y disfrutar de un viaje a La Habana como lo harían a cualquier otra parte del mundo? Esa actitud demuestra que el régimen no desea un cambio real, ni una reconciliación auténtica, y mucho menos libertad.
La responsabilidad de avanzar hacia un futuro mejor no recae en Estados Unidos, sino en quienes detentan el poder en Cuba. La decisión de permitir el comercio, los viajes y las libertades fundamentales es exclusivamente suya. La pelota está en su cancha, y solo con voluntad genuina y reformas verdaderas podrá abrirse el camino hacia la libertad y la prosperidad que los cubanos merecen.
A quienes insisten en eliminar las sanciones, hay que recordarles que el régimen cubano tiene deudas pendientes con Estados Unidos, no solo en lo político, sino también en materia de seguridad y justicia. Cuba ha ofrecido refugio a criminales, asesinos, terroristas y ladrones de bancos prófugos de la justicia estadounidense y de otros países. Estas personas están protegidas en la isla, lo cual representa un problema grave que no puede ser ignorado.
Curiosamente, cuando la administración Obama intentó facilitar relaciones mediante acuerdos comerciales y viajes, estos asuntos fueron relegados. La agenda se centró en lo diplomático y económico, sin abordar cuestiones fundamentales de justicia y seguridad, que son imprescindibles en cualquier proceso serio de apertura.
La experiencia ha demostrado que estos temas han estado sobre la mesa en distintos momentos, y que sin una solución clara y firme no puede hablarse de apertura real. La sinceridad y el compromiso con la justicia deben ser componentes esenciales del proceso. Solo cuando ambas partes reconozcan y enfrenten estos asuntos pendientes podrá hablarse de una relación auténtica y constructiva.
Por eso, cualquier paso hacia adelante debe partir del reconocimiento de estos problemas y del compromiso serio de resolverlos.
Es hora de entender que el “bloqueo” no es un castigo al pueblo cubano, sino un reflejo del rechazo del régimen a abrirse al mundo. La verdadera fuerza para transformar la historia está en los cubanos, en su voluntad y su coraje para decidir su destino.
El momento de actuar es ahora.
NOTA: La imagen y texto que aparece con la firma de Fidel Castro, corresponde a la reflexión de Fidel » El hermano Obama» publicada 3 meses después de la visita de Barack Obama a Cuba.