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Por Miryorlys García ()
Últimamente es difícil concentrarse para no ser simplemente la víctima reactiva que se queja de los golpes del opresor. Son tantos y tantos golpes, que ya todo parece una cortina de humo para que no veas la prioridad a atender ni tengas cómo pararte y devolver el golpe; o, mejor dicho, más que el golpe, la golpiza.
Un huracán dejó devastado a un Oriente ya azotado por la miseria y el abandono estatal, y en medio de la desolación duele escuchar a los representantes de ese Estado dar excusas y respuestas indolentes y desfachatadas a los pobladores. Salta a la vista la falta de empatía y el desprecio por el pueblo cubano, que cada día los respetará menos al ver lo que ustedes representan.
A la misma vez, el doloroso virus del chikunguña y otras arbovirosis se expanden por esa misma zona oriental arrasada y por toda Cuba, sacando aún más a la luz la desprotección e incapacidad del sistema de salud para diagnosticar y tratar estas enfermedades. La situación epidemiológica es gravísima. El dolor que llevamos en el alma se mezcla con el dolor físico y el temor a que cualquier agravamiento por el virus tenga un fatal desenlace por la falta de medicamentos y de atención médica adecuada. Vuelve a ser la mentira y la indolencia la respuesta del Estado: cifras falsas de enfermos y de fallecidos, que cualquier persona puede comprobar su falta de credibilidad solo contando los casos de su propio barrio y con un mínimo de sentido común.
Pero mientras todo esto ocurre, los que no se ocupan de resolver estos problemas sí tienen tiempo para el sadismo y la represión. Si la situación de los que vivimos en esta isla cárcel es dura, cuánto más no lo será para quien, por tener valor y dignidad, hoy está en una cárcel más pequeña, tras injustos barrotes.

Sin alimentación, sin medicamentos, sin cuidados familiares, sin atención médica adecuada, ahí están los presos políticos a merced de sus depredadores. En este mismo momento, al menos cuatro están en una situación delicada, y no podemos dejar solos a sus familiares que están denunciando y pidiendo ayuda.
Hoy hace 18 días que Yosvany Rosell García Caso se encuentra en huelga de hambre, uno de los detenidos del 11J en Holguín, que intenta con su propio cuerpo protestar contra los abusos y la injusticia que significa estar preso siendo inocente. Su esposa, Mailin Sánchez, que se encuentra en estos momentos con 41 grados de fiebre por una arbovirosis, clama porque nada le pase.
Padre de tres niños, este es el momento de ser magnánimos y dejar que Yosvany esté con su esposa mientras revisan su caso, hacen justicia y le dan la libertad. Hay que ser muy sádicos para sostener una conducta así solo por dar un escarmiento. Si algo le pasa, serán ustedes quienes temerán desde ese día en lo adelante por lo que significa haber dejado morir a un hombre inocente, y llegará el momento en que tendrán que rendir cuentas por ello.
Y mientras no tienen recursos para atender tantos problemas, sí lo tienen para torturar a la familia de Wilber Aguilar Bravo y trasladar a su hijo Walnier, otro preso político del 11J —en este caso, de la Güinera— desde La Habana hasta la provincia de Sancti Spíritus (según él le pudo decir en una llamada), solo para que sea más difícil y costoso para su padre ir a ver a su hijo. Un muchacho joven, con problemas de salud; todo ese sadismo solo para castigar el valor y la dignidad de su padre, que no se rinde ni doblega, defiende constantemente la inocencia de su hijo y exige su libertad.

Otro joven, Aníbal Yaciel Palau Jacinto, está en huelga de hambre dentro de una celda de castigo tapiada en Melena. Refieren que fue golpeado y le quieren levantar una nueva causa; otra decisión sádica, tomada porque a Aníbal le faltan menos de 9 meses para terminar su injusta condena como preso político del 11J. Tanto le temen a lo que significan estos jóvenes valientes.
Y Jenni M. Taboada, esa madre también muy valiente que no hace mucho le pidió a su hijo que abandonara una huelga de hambre, ahora mismo vuelve a estar insomne porque Duannis León Taboada se encuentra atravesando una arbovirosis en prisión, con su cuerpo debilitado y sin la atención médica adecuada.
Yo, que como madre he estado bajando fiebre en mi casa en estos días, logro imaginarme cómo puede Jenni estar sufriendo; pero lo que no logro entender es cuánta maldad puede existir en la cabeza de quienes, siendo incapaces de atender los problemas que como gobierno les toca, sí tienen tiempo para ser sádicos y atormentar a estas cuatro familias y a las familias de más de mil presos políticos, cuya vida hoy en prisión corre peligro, les cuesta recursos al Estado y todo lo que les suceda será responsabilidad de ustedes, por la que pagarán en el futuro cuando el bumerán de la justicia divina y humana regrese a ustedes.

Desde hace tiempo lo digo y no me cansaré de hacerlo, aunque sea un pecado capital en Cuba decirlo: no existe prioridad mayor hoy en nuestra patria que exigir la LIBERTAD DE TODOS LOS PRESOS POLÍTICOS, porque es el mayor crimen que hoy se comete y que estamos permitiendo con nuestro silencio; es nuestro karma. No es un asunto solo para familiares o activistas políticos. Es un tema nacional, impostergable, una cuestión de ética y de humanidad.
Y para quienes todavía creen que están menos presos y más a salvo desde el silencio, para quienes piensan que no son responsables de crímenes y que solo hacen su trabajo, dejo al final una imagen que me parece completamente explícita y elocuente para entender la gran diferencia entre dirigentes y pueblo, hacia dónde nos llevan y cuánto somos hoy la réplica de ese hecho nefasto que fue la Reconcentración de Valeriano Weyler en esta isla.
No seamos cómplices con nuestro silencio, y mucho menos con nuestras acciones, de este genocidio fascista silencioso que nos avergonzará por siempre. Podemos dejar de ser las víctimas que nos quejamos del hambre, las enfermedades y el apagón mientras callamos ante la injusta condena de más de 1000 personas por pedir libertad. Pueden dejar de ser el represor que enfrenta a sus propios hermanos, bajar el megáfono, quitarse el traje verde olivo y no formar parte de ese aparato que un día será puesto en el banquillo de los acusados y dará vergüenza a sus descendientes. Hay que despertar de esta pesadilla, y hay una sola prioridad: la vida y la libertad de cada cubano, esa que solo nos importa a quienes estamos tras la maldita reja de exclusión que el poder nos impone para perpetuarse.