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Por René Fidel González ()
Santiago de Cuba.- La pobreza en Cuba es directamente proporcional a nuestra indiferencia. Mientras más pobres sean los otros más indiferentes seremos nosotros; mientras más pobre sea él o ella, más indiferente serás.
El drama de una sociedad que experimenta procesos de desintegración social y de fallo sistémico de las instituciones públicas y de sus misiones, no es, no obstante, la indiferencia, lo es que no comprenda las causas de lo que le ocurre.
Hacerlo nunca trató de hacer responsable -o exonerar- al Gobierno de lo que ocurría, ni de narrar la tragedia compleja y persistente de la pobreza, mucho menos de, conscientemente, dispersar y atomizar lo realmente importante con distractores de los problemas o de tejer crónicas del asombro y la estulticia personal.
Cuando se haga la historia de estos años se tendrá que ocultar cómo y por qué tantos intelectuales y académicos le fallaron dentro y fuera de Cuba a sus conciudadanos, en advertirles que la cuestión de comprender y enfrentar las causas del empobrecimiento y de la pobreza era esencialmente política, como lo era también el propósito de su indiferencia.
La pobreza es siempre la forma más expandida y severa de la exclusión política.