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LA PALABRA… Y EL SECUESTRO DEL PODER

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Por Arturo Mesa ()

Atlanta.- Yo quisiera creer en alguna justificación para estas constantes de los debates, de las razones y las redes. Pero tropiezo con un nunca acabar de la discusión y esta, si termina, termina con una ofensa o un insulto, no como una aceptación de la derrota, y es ahí donde pienso: ¿Será que el lenguaje se quedó rezagado en relación con el pensamiento?

Uno lee y lee y no ve cómo van a terminar los debates, las discusiones y las ofensas, y me vuelvo a preguntar: ¿Será que el idioma ya no alcanza para convencer?

Dicen que el lenguaje es la envoltura del pensamiento, o sea, es pensamiento en sí, y por más que analizamos siempre aparece una razón contrapuesta. Si el Estado, por ejemplo, necesita el dólar, lo hace para poder surtir la oferta nacional y si no la surte es porque encuentra trabas en todas partes. Si las surtía antes con el mismo nivel de trabas es porque había un mejor entorno comercial; si el dólar estaba prohibido, era porque la soberanía estaba por encima de todo y hoy, si el dólar es necesario es precisamente para garantizar la soberanía.

El caso es que el idioma, de usarse bien, es el mejor aliado del poder y sobre todo si se trata de un poder educado en ejercer el poder.

Lo triste de todo esto es que van pasando los años y entre razón y razón van batallando los bandos con nuevas y más sofisticadas justificaciones y uno quisiera ser el que dé con la razón ultra pero quizás no aparezca dentro del lenguaje la combinación perfecta e incontestable para convencer de que lo tenemos no puede ser aceptado por la mayoría porque no fue lo que se soñó ni diseñó ni por lo que se pidió el sacrificio de generaciones. Y luego viene el peligro de acusar por acusar -tipo elToque- y entonces uno puede caer en el ridículo.

En el entorno internacional sucede lo mismo: Si se trata del aborto, las razones de un lado parecen insuperables hasta que escuchas las del otro lado, si se trata de la ideología de género, por el estilo y si se trata de la definición de Democracia el idioma tampoco logra unificar el consenso ni dar con la definición exacta de uno de los términos más ancestrales del ser pensante.

Yo supongo que hemos llegado a una fase cognitiva tan avanzada que el lenguaje que conocemos se ha quedado detrás y no logra dar con la combinación de morfemas, sílabas y estructuras que apuntalen el pensamiento. En mi opinión siempre habrá una forma de oponerse a una idea y para esa nueva forma también habrá otro nuevo adversario. De ahí que la palabra, el debate, la cientificidad y la razón lingüística nunca van a llegar a encontrar consenso si el opositor conoce de las bondades que aporta la lengua.

Analice estos dichos de la sabiduría popular y dígame si no hay algo de verdad en todo esta hipótesis de hadas y princesas.

1- Al que madruga Dios lo ayuda… No por mucho madrugar amanece más temprano.

2- A caballo regalado no se le mira el colmillo… Pan para hoy, hambre mañana.

3- En casa del herrero cuchillo de palo… Hijo de gato caza ratón-

4- Caballo grande ande o no ande… El perfume bueno viene en frasco chiquito.

Y muchos más en la misma línea: ¿Quién convence a quién?

Si vemos un debate televisado en Europa o Estados Unidos, nos damos cuenta de que el asunto es aún peor, porque al haber libertad de expresión, el nivel de análisis llega al infinito y regresa, tal parece que estamos viendo un juego de pimpón, es decir: este tiene razón, y a los dos segundos: coño pero este también.

Entonces todo parece indicar que el ganador lo va a hacer a partir de las emociones, quien sienta o sufra más el tema y a la vez quién está mejor educado y preparado para contradecir la opinión del interlocutor. Y al haber, nuevamente, libertad de expresión de opinión y afiliación yo voto por lo que creo y estas sociedades están mucho mejor que la nuestra en donde prima la doble moral, la mentira y la conveniencia.

En nuestro caso, mientras domine el miedo, la doble moral y la ausencia de pasión, al poder educado, nunca se le va a derrotar por medio de la palabra, porque el lenguaje es capaz de acomodarlo todo a la idea que se necesita y tarde o temprano el opositor se va a cansar de señalar lo malo porque al final y debido a la conveniencia, a la doble moral y la mentira, su idea no va a encontrar un apoyo abierto en los otros que sufren, pero temen.

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