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LA PACIENCIA SE PUEDE AGOTAR POR UN TARIFAZO

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Por Oscar Durán

La Habana.- La paciencia del cubano es una bendición para los tiranos, hasta un día. Eso lo saben bien quienes han construido una revolución fallida y sobreviven a punta de mentiras y resignaciones. Ser cubano es ser estoico por obligación: pasar años haciendo colas para comprar pollo por la libreta, soportar apagones de doce horas con un ventilador apagado y un niño llorando del calor, tragarse un noticiero que dice que todo va bien mientras en la nevera no hay ni hielo.

Pero hay momentos en que esa paciencia roza lo criminal, cuando se convierte en complicidad involuntaria. Y este es uno de esos momentos.

El tarifazo

El nuevo tarifazo de ETECSA es una patada en la cara a un pueblo que ya no tiene dientes. La medida, disfrazada de “ajuste técnico”, impone una limitación absurda: 360 CUP mensuales en datos móviles. Con ese monto no puedes ni ver un video de TikTok completo. Lo demás, si lo quieres, lo pagas en dólares. Dólares que, por cierto, no gana nadie aquí. Dólares que hay que mendigar a una tía en Hialeah o a un primo que hace Uber en Manhattan.

¿Qué pasa con el cubano que no tiene a nadie afuera? ¿Qué pasa con la maestra, el estudiante, el ingeniero, el obrero? Nada. A esos que se jodan. El mensaje es claro: o tienes familia que te recargue desde el extranjero, o no tendrás acceso al internet. Punto.

La ironía más grotesca es que el mismo Estado que no permite competencia en telecomunicaciones, que no deja que otra empresa opere en el país, que prohíbe hasta un simple router traído de Panamá, ahora decide que la conexión será para los “bendecidos”. Para los que puedan pagar.

Una vez más, el régimen mete la mano en el bolsillo del pueblo y se roba su derecho a comunicarse, a estudiar, a trabajar, a reclamar, a expresarse. Porque no se trata solo de megabytes. Se trata de control. De castigar la conexión libre y premiar el silencio.

Y aun así, la mayoría aguanta. Grita en redes sociales, sí, pero después sigue como si nada. Se resigna, se adapta, se traga el veneno en cápsulas diarias de desesperanza.

La paciencia del cubano ha sido la salvación de los Castro y sus secuaces. Cada vez que nos callamos, ellos celebran. Cada vez que decimos “no se puede hacer más”, ellos afilan otra medida más cruel.

Hasta un día

Los estudiantes universitarios recibirán 6 GB por 360 CUP. ¡Qué gesto tan generoso! Como si los estudiantes fueran una élite aparte y no el mismo pueblo que pasa hambre, que no tiene luz, que camina a pie para llegar a la facultad porque no hay guagua. Un caramelo amargo para calmar la rabia que no se ha convertido aún en estallido.

El tarifazo de ETECSA es más que una decisión económica. Es una declaración de principios. Es el gobierno diciéndole a su pueblo: “no nos importas”. Y mientras tanto, nosotros, los cubanos, seguimos aquí. Cargando con una paciencia que ya no es virtud, sino cadena.

Si alguna vez este país va a cambiar, tendrá que empezar por ahí: por romper con la resignación. Por entender que la paciencia es un lujo que ya no podemos darnos. Los estudiantes universitarios -a los que supuestamente Etecsa le dio un «beneficio»- están llevando la voz cantante y tienen a la dictadura llenando El Vedado de patrullas recién compradas.

Si yo fuera ellos -castristas enguayaberados- tomaría el consejo del gran Ulises Toirac: «debreían poner la cama más cerca del helicóptero.

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