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LA NUEVA “GUERRA IDEOLÓGICA” DEL RÉGIMEN CUBANO NO ES CONTRA EL PUEBLO, SINO CONTRA SU VOZ EN EL EXILIO

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Por Sergio Barbán Cardero ()

Miami.- El dictador cubano Miguel Díaz-Canel ha declarado abiertamente una “guerra ideológica” en las redes sociales. Para ello, ha reclutado un “ejército de comprometidos”: profesionales, dirigentes comunistas, militares y estudiantes universitarios.

Estos últimos, vale señalar, han sido forzados a participar bajo amenaza de perder su carrera. Es decir, no se trata de un ejército voluntario, sino de conscriptos ideológicos, obligados a defender lo indefendible.

Pero esta guerra no está dirigida al pueblo dentro de la isla. A ellos el régimen los silencia de otra forma: represión, detenciones arbitrarias, encarcelamientos, expulsiones de centros de estudio y trabajo, vigilancia, censura, golpizas y exilio forzado.

Esta guerra digital está dirigida contra nosotros, los cubanos en la diáspora; los que denunciamos los atropellos, los que no podemos ser silenciados con amenazas, los que nos hemos convertido en la voz de quienes no pueden hablar desde adentro. Y como no pueden callarnos, intentan difamarnos.

El propio Díaz-Canel nos ha calificado de “odiadores”. Pero, ¿a quién odiamos? ¿A nuestro pueblo? Jamás. A ellos los defendemos. ¿Al régimen? Sí, con toda razón.

Es contra la élite, no contra el pueblo

Nos acusan de promover sanciones contra el pueblo cubano, otra de las muchas falacias que repiten para manipular a la opinión pública nacional e internacional. Como buenos discípulos del totalitarismo estalinista y ahora del régimen de Putin, intentan confundir deliberadamente tres conceptos que no son equivalentes: régimen no es patria, partido no es nación, y dictadores no son el pueblo.

¿Sanciones contra el pueblo o contra los privilegios de la élite?

Un ejemplo reciente ilustra claramente su hipocresía: diversas denuncias han revelado que lujosas mansiones confiscadas tras 1959 (propiedades arrebatadas a sus legítimos dueños, cubanos forzados al exilio) han sido asignadas arbitrariamente a miembros de la familia Castro y a altos funcionarios del régimen.

Estas propiedades, lejos de ponerse al servicio del pueblo, han sido convertidas en negocios personales. Muchas de estas mansiones se alquilan hoy en plataformas como Airbnb, a cientos de dólares por noche, a turistas extranjeros. No van para hospitales, ni escuelas, ni madres solteras, ni niños con hambre. Van para sus bolsillos.

El gobierno de Estados Unidos sancionó a Airbnb por operar con propiedades robadas en Cuba. ¿A quién afectó esa sanción? ¿Al pueblo trabajador, que no tiene acceso a esas casas, ni a Airbnb, ni al turismo en divisa? No. Afectó directamente a la élite parasitaria que se enriquece a costa del sufrimiento de todos los cubanos.

La diáspora pelea por la libertad

Y, sin embargo, el régimen corrió a declarar que esa sanción era “contra el pueblo cubano”. Una vez más, utilizan al pueblo como escudo, como rehén emocional, como excusa para proteger sus privilegios.

Nuestro compromiso es con la verdad y con la libertad. Quienes alzamos la voz desde el exilio no lo hacemos por odio, sino por amor; amor al pueblo, amor a la libertad, amor a una Cuba que aún no ha podido nacer plenamente. No confundimos a la nación con quienes la oprimen. Y no aceptamos que se use el dolor del pueblo como moneda para comprar impunidad.

Si hay una guerra ideológica, es porque las ideas de libertad, justicia y verdad que defendemos son más fuertes que sus discursos vacíos.

Y si tienen que obligar a la gente a defender al régimen, mientras nosotros lo hacemos por convicción, entonces es evidente quién tiene la razón.

Desde mi trinchera, esta computadora convertida en un arma de lucha, el intelecto que la vejez me permita conservar, y el tiempo que me quede de vida, declaro, aceptar el reto de Díaz-Canel y sus lacayos.

¿Quién odia más al cubano?

Para finalizar, me gustaría lanzar una pregunta a ese ejército de repugnantes soldados, sin argumentos ni razones patrióticas: ¿Quién odia más al pueblo cubano? ¿Nosotros, que lo defendemos desde la distancia, sin presiones, sin ordenanzas de ningún tirano o el régimen, que lo oprime cada día?

Un régimen que ha llenado las escuelas con estudiantes extranjeros de todo el mundo para adoctrinar y comprar voluntades, mientras usa los recursos del país para ello. Recursos que deberían destinarse a leche para los niños, medicinas, alimentos, hospitales, viviendas, transporte, y algo tan básico como el agua y la luz eléctrica.

No solo adoctrinan personas, también ha dilapidado esos recursos financiando guerrillas, regalando centrales azucareros a Nicaragua y hoy, nos ha dejado sin azúcar.

Han construido hospitales en otros países, todas estas acciones se hacen con recursos del pueblo, mientras nuestros hospitales se derrumban y nuestra gente muere sin medicina y de hambre.

A nuestro pueblo, el régimen no solo lo odia. Lo desprecia.

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